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Marruecos, tan cerca y tan lejos

Luis Ayllón el

Hay que reconocer que Marruecos es como un baúl plagado de sorpresas. Lo abras por donde lo abras, puedes encontrarte con algo que no esperas. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero lo está comprobando una y otra vez. Si confiaba en que su actitud complaciente con cualquier tipo de actuación de las autoridades de Rabat le iba a reportar el beneficio de una relación tranquila, ha comprobado que no es así.

 

Marruecos, a un paso de España y de Europa, estaría en buenas condiciones para convertirse en un ejemplo para el Magreb. Sus ciudadanos serían capaces de lograr ese objetivo, pero sus gobernantes parecen decididos a frenar el progreso del país. La decisión del Parlamento maarroquí de instar al Gobierno de Rabat a trabajar por la recuperación de Ceuta y Melilla, en plena crisis con España, es un ejemplo más de como las fuerzas vivas marroquíes encuentran siempre algo con lo que distrarse de loq ue debería ser su objetivo.

 

 

La susceptibilidad de Marruecos con cualquier manifestación que llega desde España es enorme. Lo acabamos de ver con la resolución del Parlamento español, pese a que fue suavizada gracias a las gestiones del grupo socialista. El Gobierno marroquí, aunque negocia con el Frente Polisario no puede aceptar que se le califique como “legítimo representante del pueblo saharaui”. La posición de Marruecos en cuanto al Sahara es visceral. No está dispuesto a hacer la más mínima concesión.

 

 

Pero la postura de Marruecos, tensando una y otra vez la cuerda, hace un flaco favor al Ejecutivo de Zapatero, que se ve asediado tanto desde la derecha como desde la izquierda, incluidas sus propias filas socialistas, que no entienden que haya dejado caer el tradicional apoyo a la causa saharaui.

 

 

Tal vez Rabat piense que a Zapatero le queda poco ya al frente del Gobierno y trate de sacar todo lo que pueda en estos momentos de debilidad, pero tampoco es muy comprensible su hostil actitud ante el PP, teniendo en cuenta las posibilidades de este partido de volver a gobernar en España.

 

 

No se pueden negar algunos avances en los últimos años, sobre todo, si se comparan con los de otros países de su entorno, pero no son suficientes. Y, en cualquier caso, con sus absurdos planteamientos, incluidos los vetos a la prensa española, el Gobierno marroquí demuestra que, pese a sus pretensiones de convertirse en uno de los principales socios de la Unión Europea -“para Marruecos, todo menos las instituciones”, decía Moratinos-, aún está muy lejos de cumplir los estándares democráticos europeos.

 

 

 

 

 

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Luis Ayllón el

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