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Maduro, un imitador bastante chusco

Maduro, un imitador bastante chusco
Luis Ayllón el

Hace bien José Manuel García-Margallo en no entrar al trapo de las andanadas de Nicolás Maduro, que parece haber encontrado en el Gobierno español uno de sus recursos favoritos para encender a los seguidores chavistas. Ya se vio con la reacción a los primeros comentarios del ministro español de Asuntos Exteriores tras los comicios presidenciales celebrados en medio de serias irregularidades.

Tal vez García-Margallo debió calcular mejor la oportunidad de ofrecerse como mediador entre el régimen heredado de Hugo Chávez y la oposición, pero, desde luego, esa oferta no merece las duras descalificaciones de Maduro, instándole a “sacar las narices” de Venezuela. Con decir que los venezolanos no necesitan ningún tipo de mediación, hubiera bastado.

Maduro ansía encontrar “enemigos” exteriores a los que achacar los males que sufre Venezuela, fruto de años de chavismo. Sigue la línea del castrismo, que encontró en el embargo estadounidense el gran argumento para explicar a los ciudadanos cubanos porqué le privan de sus derechos más elementales.

Intenta el antiguo conductor de autobuses imitar a un Chávez que –gustara o no- tenía una personalidad muy definida y era capaz, con la inestimable ayuda del petróleo de todos los venezolanos, de arrastrar a otros países por su senda bolivariana. Pero Maduro resulta patético y solo logra una imitación bastante chusca, con unas maneras que dan vergüenza ajena, porque uno no puede dejar de imaginárselo con el famoso pajarito -trasunto de Chávez- revoloteando sobre su cabeza.

La actitud de Maduro, completada por el matonismo de sus seguidores contra diputados de la oposición o funcionarios que no le prestan adhesión incondicional, revela que la única forma en que el postchavismo aguantará en el poder será cercenando cada vez más las libertades de los venezolanos. Por desgracia, esa parece ser la deriva emprendida por Maduro.

El Gobierno español, en cualquier caso, debe permanecer atento a lo que sucede en ese país tanto por razones afectivas como por sus repercusiones en la región y en los intereses de ciudadanos y empresas españolas en Venezuela. De momento, ese país sigue sin embajador en Madrid, después de haberle llamado a consultas, tras las mencionadas declaraciones de García-Margallo. Bernardo Álvarez, que estaba al frente de la Embajada, no volverá, en cualquier caso a su puesto, porque ha sido nombrado viceministro de Relaciones Exteriores para Europa.

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