La incertidumbre que, como consecuencia de los resultados del 20-D, se ha adueñado de España en cuanto a quién tendrá la responsabilidad de formar Gobierno ha provocado una víctima colateral: la política exterior.
El frenazo que puede sufrir nuestra proyección en el mundo, si no hay pronto un acuerdo entre los principales partidos, no es lo más grave que le puede ocurrir al país, pero ahondará en esa deriva que la clase política española ha emprendido de mirarse el ombligo y prestar una escasa atención a lo que sucede más allá de nuestras fronteras.
Los países de la Unión Europea y otros más con intereses en España, están pendientes de lo que suceda aquí. Si España no se dota pronto de un Gobierno lo más estable posible, las consecuencias económicas pueden ser serias, pero también nuestra imagen en el exterior se verá dañada.
El escenario de unas nuevas elecciones en el mes de mayo provocaría, durante la primera mitad del año, una parálisis de la acción exterior española, al menos parcial, ya que habría algunas citas internacionales de obligada atención, como los Consejos Europeos.
En concreto, para mediados de febrero está convocada la importante cumbre comunitaria sobre el “Brexit”, la posible salida del Reino Unido de la UE, si así lo decidieran los británicos en el referéndum anunciado por David Cameron para este año. Si Mariano Rajoy no logra ser investido presidente antes de finales de enero, concurriría muy probablemente en funciones a esa reunión y, si tampoco lo lograra Pedro Sánchez a lo largo del mes de febrero, tendría también que ir al Consejo Europeo de primavera del mes de marzo.
Al margen de estas citas internacionales, es claro que resulta casi imposible concretar viajes bilaterales a otros países o visitas de otros mandatarios a España, mientras el horizonte no este despejado.
Lo incierto del escenario político podría incluso afectar a las visitas de Estado que los Reyes tiene programadas a Arabia Saudí, del 16 al 18 de febrero, y al Reino Unido del 8 al 10 de marzo. La primera de ellas es la que más preocupa en el Palacio de la Zarzuela, pues queda ya poco más de un mes y la falta de acuerdo podría aconsejar la presencia de Don Felipe en España. A ello hay que unir, además, como elemento que puede dificultar el desplazamiento, la crisis desatada entre Riad y Teherán, tras las últimas ejecuciones llevadas a cabo en Arabia Saudí, que incluyeron a un clérigo chiita.
Los partidos que han gobernado España en los últimos cuarenta años saben lo que ha costado volver a situar a España en el concierto internacional, tras años de aislamiento. Más allá de los bandazos experimentados por nuestra política exterior, España ocupa hoy un lugar en el mundo y no puede dilapidarlo por visiones miopes de quienes hoy lideran esos partidos.
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