La innecesaria flotilla de Gaza

La detención por Grecia de la segunda flotilla con destino a Gaza es lo más sensato que ha podido ocurrir. De lo contrario, podríamos haber asistido ya a una segunda edición del triste episodio del pasado año, tras la intervención militar israelí, que provocó la muerte de nueve activistas y numerosos heridos. Lo dije en un blog anterior y lo mantengo: la llamada “flotilla de la libertad” navega en medio de un oleaje de provocación. Se trata de denunciar a Israel. Lo de menos, en el fondo, es que la ayuda humanitaria llegue a los habitantes de Gaza. Si así fuera, no se entiende por qué sus integrantes no aceptan la oferta de Grecia de hacer llegar esa ayuda en cooperación con la ONU.

No. Ya lo han dicho sus portavoces: De lo que se trata es de denunciar la situación del pueblo palestino. Dudo que haya mucha gente que, a estas alturas, no sepa cómo está el pueblo palestino y que ignore que buena parte de esa situación se la deben no sólo al Gobierno de Israel, sino también a sus dirigentes –tanto los de Al Fatha, con sus prácticas corruptas, como los de Hamas, con su violencia terrorista-. Si de verdad se quiere mejorar la forma en que viven los palestinos, no son este tipo de iniciativas las que resultarán eficaces.

Viendo cómo se desarrollan los acontecimientos, no tiene nada de extraño que, de inmediato, se alcen en Europa las voces de los partidos más a la  izquierda en el espectro político, ansiosos por encontrar banderas a las que agarrarse y movimientos en los que revivir sus maneras de actuar. Por una vez, la Unión Europea ha actuado con sentido común y, de momento, sin fisuras, aunque algunos Gobiernos, como el español, hayan tenido que presentar a los de Rumbo a Gaza su cara menos amable y ello le haya costado la ocupación de la Embajada en Atenas.