Diálogo interreligioso…a la manera saudí
El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo ha estado en Viena para asistir al acto de inauguración del Centro Internacional para el Diálogo Interreligioso e Intercultural “Rey Abdullah Bin Abdulaziz”, junto a sus colegas de Austria, Michael Spindelegger, y de Arabia Saudí, príncipe Saud Al Faisal. Los tres países son los que lanzaron esta iniciativa que parece familia de la Alianza de Civilizaciones que tanto promovió José Luis Rodríguez Zapatero, y que ahora el Gobierno de Mariano Rajoy, ha terminado por apoyar, aunque sea con la boca pequeña.
La realidad es que el centro lo pagan casi íntegramente los saudíes, mientras Austria pone la sede y España se limita a haber estampado su firma en el documento de creación del Centro, por aquello de que se lanzó precisamente en nuestro país en 2008 durante la Conferencia Mundial para el Diálogo. Luego, la ONU envía a su secretario general, Ban Ki-moon a la apertura, y el Vaticano, que está como observador, manda como representante al cardenal Jean Louis Tauran, que es presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.
A nadie le puede parecer mal que se busque el diálogo en lugar de la confrontación y, además, como dijo el ministro García-Margallo, “la coexistencia pacífica de diferentes culturas y religiones es uno de los principales desafíos del proceso de globalización” y, por tanto es preciso –añadió- favorecer el diálogo"sin prejuicios que han envenenado la convivencia durante mucho tiempo y que siguen envenenando la convivencia en muchos lugares del mundo todavía hoy”.
El objetivo es loable. Lo que sin embargo puede hacer dudar del éxito de los trabajos de ese centro es que su principal promotor sea un país como Arabia Saudí, en el que no se tolera otra religión que no sea el Islam y uno de los pocos del mundo, si no el único, donde no se permite que haya ninguna iglesia cristiana. Mientras financia la construcción de mezquitas por todo el mundo, no da el más mínimo signo de tolerancia con otras religiones, que si se puede ver en otros países del Golfo, por ejemplo.
Y en fin, la persecución – a veces hasta la muerte en crueles atentados- y discriminación a que se ven sometidos muchos cristianos en distintas partes del mundo islámico sería un buen tema para que el centro, en el que estarán representadas las cinco principales religiones del mundo, comenzara sus debates.
Arabia Saudí