Uno de los objetivos del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, en su viaje a Nueva York, es amarrar el mayor número de votos posibles para España en su carrera al Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas. En realidad, la votación no tendrá lugar hasta dentro de un año, porque la aspiración española es ocupar un asiento en el Consejo en el bienio 2015-2016, pero los votos se consiguen antes y hay otros dos fuertes candidatos: Nueva Zelanda y Turquía.
En realidad, todo apunta a que de los tres candidatos a dos puestos para representar el área occidental (WEOG), hay uno que lo tiene bastante asegurado: Nueva Zelanda, de forma que, de nuevo, la disputa va a estar entre Madrid y Estambul.
España confiaba, cuando lanzó su candidatura hace unos cuantos años en que el ritmo de representación, nos favorecería, porque la última vez que ocupamos un puesto en el Consejo de Seguridad fue en el bienio 2003-2004, precisamente cuando se produjo la intervención militar en Irak. Sin embargo, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, que mandaba entonces en el país, no contaba con que Turquía, que se había sentado más recientemente en ese organismo (en el bienio 2009-2010), aspiraba a hacerlo de nuevo.
El primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, no se portó especialmente bien con su socio en la Alianza de Civilizaciones. Turquía quiere seguir manteniendo una posición de fuerza en el mundo árabe, donde espera conseguir un buen número de votos. Es, desde luego, un rival muy fuerte.
Pese a ello, España no ha tirado la toalla y quiere aprovechar la presencia de García-Margallo y también del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, en la Asamblea General de la ONU, para afianzar los votos prometidos y obtener otros nuevos. Así que, una de las principales actividades de ambos y, especialmente, del ministro, será entrevistarse con sus homólogos de distintos países. En la ONU, el voto de Estados Unidos tiene el mismo valor que el de una pequeña isla del Pacífico o del Caribe. Es uno más.
En consecuencia, el ministro ha incluido en su agenda numerosos contactos bilaterales. Algunos ya han sido concertados –entre ellos con Estados tan variados como Mongolia, Montenegro, Islas Marshall, Sierra Leona, Turkmenistán, y la propia Nueva Zelanda– pero es fácil que, durante la semana que permanezca en Nueva York, se celebren bastantes más contactos.
Las autoridades españolas confían en lograr los votos de los países de la América Latina continental y trata de lograr los de las islas. Espera también tener los votos de los socios de la Unión Europea y otros países del Viejo Continente, y es conciente de que tiene que hacer un esfuerzo importante en Asia, donde hay muchos pequeños países, así como en África.
Para apoyar esa ofensiva, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha editado un folleto en el que subraya el compromiso de España con Naciones Unidas, subrayando que es un país fiable, abierto al diálogo, solidario y comprometido con la defensa de los Derechos Humanos.
Entre otros datos, se facilita que, desde 1989, 130.000 soldados españoles han participado en las operaciones internacionales de paz y seguridad, integrándose en 28 misiones de Naciones Unidas, 17 de la Unión Europea y 5 de la Alianza Atlántica en todo el mundo.
Igualmente, se indican algunas de las más importantes aportaciones de España a proyectos de la ONU, destinados a lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio, de forma que nuestro país es, en la actualidad, el sexto donante mundial al sistema de Naciones Unidas. Este último viernes, sin ir más lejos, el Consejo de Ministros aprobó la concesión de un total de 400.000 euros a diversos programas de la ONU como el Fondo Fiduciario de Acción contra las Minas, el Fondo para los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad, la Oficina contra las Drogas y el delito o el Grupo de Contacto Contra la Piratería en Somalia, entre otros.
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