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Blogs Loading... por Marisa Gallero

Desclasificando el 23-F

Marisa Galleroel

Cuando se cumplen 35 años de la tarde del golpe de Estado del 23-F, curiosamente el día que conocemos la fecha de otra sesión de investidura para mayor lucimiento de Pedro Sánchez, seguimos sin que se desclasifiquen los archivos relacionados con uno de los acontecimientos más turbios de los primeros pasos de nuestra democracia tras una larga dictadura.

En abril de 2014 ya hubo una petición de Izquierda Plural en el Congreso reclamando una comisión para que no hubiera ninguna «sombra de duda» sobre un hecho «crucial» que no prosperó y con ello quedaron sin responder muchas incógnitas. Cuál fue el papel del rey Juan Carlos más allá de su discurso televisivo de madrugada, los movimientos del general Alfonso Armada para convertirse en el futuro presidente de un Gobierno de concentración, la participación del CESID, hasta dónde conspiraron el PSOE y Alianza Popular, quién formaba parte de la trama civil.

A ese respecto, Javier Moscoso, exministro de la Presidencia con Felipe González, fue de los pocos que exigió al Gobierno de Leopoldo Calvo-Sotelo una investigación hasta el fondo. «Recuerdo sentir una gran irritación porque nadie hablaba de aquello. La realidad es que la trama civil quedó impune. El 23-F había sido financiado, se conocía que había reuniones previas con civiles que habían colaborado, aunque no entraron en el Congreso. Aquello se tapó, ¿por qué? Serían razones de Estado, pero no hubo ningún civil imputado».

En ese sentido también se pronuncia Jesús Sancho Rof, ministro en los Gobiernos de UCD, cuando cuenta como anécdota el diálogo que tuvo con un guardia civil en los pasillos la tarde del asalto. «Y al menos en los baños del Congreso había algunos personajes de la llamada trama civil que nunca se supo quiénes eran».

Cuando le pregunté a Enrique Múgica, que declaró en el macrojuicio por la reunión que mantuvo con Armada a finales de 1980 en la casa del alcalde de Lleida, si sabríamos alguna vez lo que ocurrió de verdad en torno al 23-F, me contestó de forma rotunda. «Lo sabemos todo. Elucubrar se puede elucubrar lo que sea. El hombre de la máscara de hierro, ¿era el hermano gemelo de Luis XIV de Francia? En todo hay elucubraciones, ¿por qué voy a enmendar la historia recogida en una sentencia?».

Más que rectificar la historia, es poner luz a través de documentos y no sólo con los testimonios de los parlamentarios que se tiraron al suelo cuando escucharon el silbido de las balas, mientras Adolfo Suárez seguía sentado en su escaño. Unos documentos que nos permitirían conocer la historia más allá de una sentencia y de los gritos del teniente coronel de la guardia civil Antonio Tejero: «¡Silencio! ¡Quieto todo el mundo! ¡Al suelo!».

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