Sensatez en tiempos de crisis
En la apertura de la semana de la moda de Madrid se han presentado propuestas conservadoras para el fondo de armario. Con un país de mileuristas –con un poco de suerte- los creadores nos han dado la opción de retomar el abrigo de la abuela, un traje de chaqueta Príncipe de Galés “de papá” o un tocado del año catapún.
Todos asustados, salieron cargaditos de azules, negros, grises y blancos. Como mucho, algún tono marrón o piedra. Amaya Arzuaga, sosa como ella sola. Claro, es su segunda línea y no le habrá dado tiempo a más. Verino ha presentado una sinfonía de “Desayuno con Diamantes” bien cerrada, con cigarrillo de boquilla y perrito incluido. Elegante, desde luego.
Miguel Palacio ha brillado por encima de los demás, con vistosos tocados retro, abrigos de estilo años 50, abrigos y estolas de pieles. Nuestros favoritos, sus conjuntos de crochet: Ha mezclado faldas cortas de crochet color camel con tops morados y negros de muselina, faldas largas de crochet con camisas de cuadros blancos y negros y todo con maestría. Las túnicas verdes y moradas de estilo marroquí
Etxeberría es raro, raro, raro. Sus pantalones de corte “guardia del Vaticano”, en plan bombachos con rayas verticales son “ponibles y favorecedores”. Desde luego, el que “viste y calza” genial y curiosísimo es el propio diseñador, siempre con pantalones cortos y mil arreos de toda índole.
Modesto Lomba sorprendió con unos bolsos tipo “cartera” de tamaño folio muy originales, con cuero de diferentes texturas y tonos. Las capelinas y capas parecían salidas de un cuento. Y sus vestidos largos vaporosos fueron una de las mejores lecciones de estilo del día. Lomba presentó una colección elegante y sobria, sencilla y majestuosa a la vez.
Juan Duyos alegró la noche cubriendo la pasarela de modelos con pinta de “hada madrina”, vestidas con muselinas rosas, pieles color “nude”, flores y flecos. Luego se pasó de largo con una tunda excesiva de vestidos a base de telas de mantones de Manila.
Y como colofón, Aristocrazy, con su estupendo número circense que consiguió más aplausos que nadie.