Tommy Hilfiger, el gigante de la moda juvenil de corte yanki, va a confiar en la mano de oro de Rafael Nadal para su relanzamiento. Le alabamos el gusto.
Nada es fruto de la casualidad. Hilfiger, ahora en manos de los propietarios de Calvin Klein, necesita revitalizarse ante tanta competencia.
Rafa Nadal ya tiene experiencia en las lides de la publicidad de moda. Hace tres años posó para la colección de ropa interior de Emporio Armani, siguiendo la estela de David Beckham y Cristiano Ronaldo.
Pero Rafa, en plan matón y de un “sexy” forzado, no es cuando gana la partida. El manacorí se lleva de calle al público con su naturalidad y sencillez.
El mismísimo Tommy Hilfiger, otro brillante empresario de Nueva York, como Calvin Klein o Ralph Lauren, se deshizo de su marca en 2006, viendo un futuro difícil. Eso si que es saber vender. La marca, ahora propiedad de Phillips-Van Heusen, propietarios a su vez de Calvin Klein, necesita un soplo de vida: nunca crearon nada nuevo aunque se supieron posicionar y crear logo.
Sus nuevas líneas, de golf entre otras cosas, no han podido hacer contrapeso con las noticias de su fabricación en las islas Marianas, territorio de Saipan. Saipan y Guam son parte de los Estados Unidos pero las leyes que controlan la vida laboral y fiscal no van en línea con el resto del país.