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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

La Sahariana: nuevo protocolo del vestido

María Luisa Funesel

Desde el estreno de Mogambo en 1954, las prendas que en su día se utilizaban en latitudes coloniales o en las expediciones y viajes de caza en el África central, se convirtieron en objeto de deseo.

Con forma de guerrera, cinturón, bolsillos múltiples, sobre camisa o camiseta, la sahariana desciende directamente de la tradición militar inglesa e italiana: los ejércitos italianos destacados en Libia, en pleno Sahara, dieron nombre a la prenda. Y los británicos la denominaron “safari jacket”.

Lo que en su día se llevaba con sombrero salacot y pantalones de montar, fue convertido por obra y gracia de Yves Saint Laurent en prenda básica del uniforme femenino y masculino.

Fue así como el mismísimo Yves, un gran amante del África y nacido en Orán, Argelia, se fotografiaba una y otra vez con el cabello en melena corta, sus particulares gafas graduadas y alguna sahariana.

Mucho ha llovido desde entonces pero hoy la sahariana e incluso la camisa kaki o de estilo safari se han convertido en un atuendo habitual, aún más en el caso de ellas.

Reuniones de trabajo, viajes de fin de semana o jornadas de compras son estupendas ocasiones para llevarlas, ya que dentro de ser prendas de sport, tienen una muy particular y cuidada fisonomía, que equidista de la chaqueta y la camisa.

En España, donde siempre triunfan los colores tostados, los verdes y los tonos beige, este tipo de chaquetas o camisas se ha popularizado más que en otras latitudes. Puede ser porque los tejidos de algodón son especialmente adecuados a nuestro clima, por la cercanía del continente africano o por ese gusto de los españoles por las prendas con origen campero. Con hombreras separables, cuello de solapas, puño simple o montado, trabillas o martingala, cualquiera de su versiones se ha convertido en un básico con estilo de la moda occidental.

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