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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

La boda de Beatrice Borromeo

María Luisa Funesel

Tras el vacío informativo y audiovisual sobre la boda de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo, finalmente se hace la luz. Considerado el enlace del año y un evento de gran interés social y turístico para Mónaco, ha extrañado el secuestro de sus imágenes.

Al tratarse de miembros de una familia principesca, no se esperaba que firmaran una exclusiva. Fue regalando imágenes de glamour y fiestas a todos los medios del mundo como Grace Kelly convirtió el pequeño Principado en uno de los lugares con la renta per cápita más alta del mundo.

 

Como en tantas otras bodas francesas, Pierre y Beatrice han separado la ceremonia civil de la religiosa, mediando entre los dos actos varios días y muchos kilómetros. Es habitual en esos casos lucir dos atuendos distintos, uno para cada ocasión. Las novias francesas se suelen decantar por un sobrio traje de chaqueta y falda en blanco o tonos pastel para el ayuntamiento, y por un vestido blanco y largo para la iglesia. Pero Beatrice no se ha conformado y ha elegido tres atuendos para el día de su boda civil monegasca.

 

El primer vestido, ha sido desvelado por la misma casa Valentino. Quizás ha sorprendido por su sofisticación, ya que la boda civil se ha celebrado en el salón de los espejos con solo 70 invitados íntimos.

El modelo en si, obra de sus actuales directores creativos, Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli, se trataba de un vestido inspirado en la colección de Alta Costura de Valentino para la primavera-verano del 2015.  

La casa Valentino es una habitual de las ceremonias reales, ya que tanto Tatiana Santodomingo, como Magdalena de Suecia, Marie Chantal de Grecia o Máxima de Holanda escogieron la misma marca para sus respectivos vestidos de novia.

Y es que Valentino, además de ser especialmente conocido desde sus inicios por sus vestidos de noche y de gala, mantiene buenas relaciones con las familias reales. Además, Beatrice ha escogido Valentino porque la empresa ha sido durante años propiedad de su familia materna, los Marzotto. Ella conoce bien al equipo creativo y se ha asegurado confidencialidad total.  
 


Se trataba de un modelo en tono rosa muy claro, con grandes bordados florales e incluso una pequeña capa en chiffon, quizás era un atuendo poco habitual para una novia, aunque impecable, lucido y original en Beatrice. El pelo suelto, el tocado de flores y el rústico ramo combinaban perfectamente.
 

El segundo atuendo, aún no desvelado, lo llevó durante el picnic de celebración en los jardines del Palacio de Mónaco, una especie de fiesta campesina en la que los invitados iban vestidos con trajes regionales; No dejaba de ser una verdadera feria de pueblo, que replicaba las antiguas tradiciones occitanas de Mónaco: la petanca, la cucaña, el tiro, la música local y la comida tradicional de estilo rústico.

 

Finalmente, Beatrice eligió un voluminoso vestido de noche para la cena de gala que tuvo lugar en el Hotel de París. De nuevo fue Valentino el escogido para el acto. Mientras Alberto de Mónaco y Charlene presidían el baile de la Cruz Roja, la novia llegaba a la cena de gala en el Hotel de París con un vestido blanco escotado de grandes dibujos en plata, también de la colección de Alta Costura de Valentino primavera-verano 2015.

 

Poco se ha visto de las invitadas, si no es por una Carlota de Mónaco extrañamente corriente a su llegada a la boda civil. Llevaba un vestido rojo de sport, una pamela blanca con el ala caída muy poco favorecedora, alpargatas de cuña y un bolsón de grandes proporciones. Su hermana Alexandra de Hannover tampoco parece haber cumplido con las expectativas de los mal acostumbrados monegascos, siempre representados por las más bellas y mejor vestidas. Llegó con un vestido blanco, corto y con vuelo, que no le favorecía en exceso.  Las hermanas de la novia, en cambio, iban espectaculares al llegar al Palacio por la mañana. Lavinia, esposa de John Elkann, lucía un maravilloso conjunto de color arena con pantalón Palazzo de grandes dimensiones, solo apto para mujeres con el físico y la actitud adecuados. Mathilde, acompañada por su marido -el príncipe Antonius Von Furstenberg- llevaba un delicado vestido claro con apliques y un favorecedor chignon. El buen físico y el buen gusto de las Borromeo, está a prueba de bombas.

 

Y esto no ha hecho más que empezar. Aún quedan por ver todos los vestidos y todas las invitadas. La boda promete dar que hablar durante días. Y en el plazo de una semana, cuando los invitados hayan tenido tiempo de descansar y de poner rumbo a Italia, la fiesta continua a orillas del Lago Maggiore. Una vez allí, en pleno “territorio Borromeo”, los fastos irán in crescendo de cara a la ceremonia religiosa de la boda de esta bella descendiente del mismísimo San Carlos. 

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