El estilo campero de la Reina de Inglaterra. La colección de Stella McCartney, presentada hace unos días en París, rinde homenaje a Isabell II en sus retiros en las Tierras Altas escocesas. Aporta una versión moderna de clásicos como el «husky», las botas de agua y el pañuelo en la cabeza.
Pañuelo de seda en la cabeza, tejidos a cuadros, gabardina y husky verde acolchado. El estilo «Balmoral» (aunque Isabel II también lo emplea en Windsor) ha dado forma a la colección con la que la hija de Sir Paul McCartney homenajeó a la Reina de Inglaterra esta semana en París. Cuando imperan la rabiosa modernidad y los atuendos galácticos, la divina Stella McCartney se permite el lujo de recrear en sus colecciones el guardarropa de su monarca. Todo un gesto de agradecimiento a quien nombró Sir a su padre.
Y es que, a veces, un golpe de efecto «retro» devuelve prendas «rancias» a la modernidad. El olor del cuero, el tacto de la lana, la permanente lluvia y el aroma a leña quemada en la chimenea han inspirado esta colección, que transporta la moda a los húmedos veranos en las Highlands escocesas. Cada año, de julio a octubre, la Reina de Inglaterra traslada su cuartel general al castillo de Balmoral, una obra personal del Príncipe Alberto -marido de la Reina Victoria-, liberando Buckingham por completo para dejarlo a la vista de los curiosos turistas.
Alberto de Sajonia, venido de Alemania, replicó en Balmoral la arquitectura germánica de palacios con torreones, multitud de chimeneas y estilo estricto. En realidad, el Príncipe sabía un poco de todo y -sorprendentemente- se metía a fondo en asuntos de vestuario, arquitectura y decoración. Ideó mil detalles para acondicionar este aislado lugar, en el que la Reina Victoria y él pasarían épocas románticas, con una vida sencilla y en contacto con la naturaleza.
El estilo de Balmoral no es el más indicado para los muy sofisticados: la vida allí, combina los montes, la pesca, la caza y los paseos campestres bajo las inclemencias de un clima duro, con la lectura junto a la chimenea y los platos de porridge. Allí, el uniforme consiste en zapatos de cuero de cordones, tipo Derby; botas Wellington para el agua, huskies, gabardinas, chaquetas Príncipe de Gales y faldas escocesas.
Se cuenta que las señoras menos adaptadas al estilo poco urbanita de Balmoral fueron la sofisticada Wallis Simpson -que prefería la elegancia de los salones londinenses- y, años más tarde, Margaret Thatcher. La premier visitó a la Reina allí en alguna ocasión y no supo adaptar sus trajes de chaqueta, bolsos y tacones a tan rústico enclave. Diana de Gales, que pretendió estar pasando buenos ratos en Balmoral, se aburría soberanamente con los juegos de mesa y los concursos rústicos entre los lugareños.
Pero las imágenes de una Reina Isabel feliz, acudiendo a un pícnic familiar en la enorme finca o conduciendo su Land Rover son algunos de los testimonios de la felicidad que Balmoral aporta a la monarca. Ataviada con sus faldas escocesas, zapatos con calcetines, huskies y pañuelos de seda a la cabeza ha disfrutado de «no ser nadie» junto a sus primas cercanas o con el Príncipe Felipe.
La lluvia parisina de esta semana fue el escenario ideal para la colección de Stella McCartney para el otoño próximo, una selección de prendas británicas que la convierten en estupenda embajadora de su tierra. El cuero y el ante -siempre sintéticos, pues Stella es animalista- se mezclaron con prendas ecuestres, chaquetas cruzadas de lana, gabardinas, prendas acolchadas y pañuelos de seda con caballos y paisley, al más puro estilo de Isabel II.
Todo rezumaba tradición excepto las novedosas prendas de ropa interior y los bustiers con acusadas formas en el torso.
