Semana de la Moda de París. Las colecciones ya no parecen ni de invierno ni de verano y las grandes marcas se debaten entre una fórmula de trabajo y otra.
Si. No. Bueno. Vale. De acuerdo. Así contestan las grandes casas de moda ante el dilema de la nueva realidad de los desfiles de comercialización inmediata, surgidos a colación de la semana de la moda de Nueva York. Y es que la semana de la moda de París llega en medio de gran jaleo. Las novedades: las colecciones ya no parecen ni de invierno ni de verano y en la operativa diaria, la seguridad controla los bolsos a la entrada de muchos desfiles.
Tras el órdago de Burberry, Tom Ford y Vetements (que desfiló ayer en París) al sistema de la moda francesa, rompiendo con el habitual calendario de desfile y -su respectiva- venta seis meses más tarde, parecía que todas las empresas acordarían abandonar este sistema lento y ya superado.
Pero la “Fédération Française des Createurs” afirma que a ellos les va muy bien su logística de siempre y no están dispuestos a cambiar. Esto incluye a marcas como Dior o Louis Vuitton. Aunque el desfile de ayer de Dior fue una prueba poderosa de la falta de una cabeza creativa: entre tristes faldas de tweed, enormes chaquetas cruzadas -sin falda ni pantalón debajo- y abrigos negros, circuló un desfile que bien se podían haber ahorrado: andan sin rumbo desde la partida de Raf Simons.
François-Henry Pinault afirmó hace unos días que las marcas de moda del grupo Kering – que preside- tampoco cambiarían (Gucci, Balenciaga, Saint Laurent, Bottega).
Otras casas se debaten entre una y otra decisión, anticipando a prensa y público que algunas prendas estarán a la venta tras el desfile. Este es el caso de Courrèges, ahora bajo la batuta creativa del duo formado por Arnaud Vaillant y Sébastien Myer. Courrèges desfiló en la Opera de la Bastilla con una clásica colección directamente sacada de los archivos de la gran maison: cazadoras cortas en cuero brillante, vestidos de charol y minis de colores.
Por lo demás, los extraños vestidos llenos de enorme hebillas que John Galliano ideó para Margiela no causaron reacción. Chloé presentó a una mujer aventurera y motera. Paco Rabonee, a manos de Julien Dossena, recreó el aura de la marca durante los años 60 y Olivier Rousteing contó con la “inestimable ayuda” de Kendall Jenner y Gigi Hadid,, animando el desfile de Balmain con sendas pelucas largas que intercambiaban el color de sus cabellos al presentar una colección para valkirias barrocas.
Otros temas María Luisa Funesel