Las redes sociales han difundido multitud de “memes” sobre el debate político de ayer noche, pero la comparación más acertada nos parece esta: “De izquierda a derecha, como llegas a una boda y como acabas tras el banquete. Debate 13J.”
Efectivamente, Mariano Rajoy acudió como un invitado correcto y prudente. Va a su estilo y en consonancia con su cargo.
Pedro Sánchez, comparado en las redes sociales con este personaje de cuento, estaba más pendiente de la pose, que de sus papeles y sus argumentos. Así le fue. Acabó incluso llamándonos a las mujeres “minoría”, y eso que somos el 51% de la población española.
La corbata ladeada de Sánchez fue no obstante, el paso previo al “fin de fiesta” verbenero de las bodas de pueblo. Su momento culmen, cuando empiezan las copas, lo representaba Albert, ya sin corbata. Una nueva fase del “guateque” post boda.
Esto suponía un cambio con respecto al último debate a 4 del 2015, en el que Albert Rivera se vistió “demasiado parecido a Rajoy” -y no le convenía- y Pedro Sánchez se acercó peligrosamente a su competencia directa, Pablo Iglesias, al quitarse la corbata.
Rivera llevó en el debate previo a las elecciones de diciembre un estilo “Julio Iglesias”, excesivamente clásico para la modernidad que desea pretender.
Y qué decir de Pablo Iglesias. Momento “tractor amarillo”, “el venao” o “que la detengan”. Olvidada la chaqueta atrás, arrugada la camisa, remangada y con aspecto desaliñado. Le faltaba la lata de cerveza en la mano. Ayer, para su disgusto, no le hicieron bien la coleta. Menos mal que a mitad del debate se dio un retoque. Las cuatro fases del guateque.
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