Los vericuetos del protocolo pueden parecer insondables, pero con un mínimo de guía, prudencia y sentido común, se sale airoso de las situaciones más peregrinas. El protocolo militar es complejo, con un verdadero sistema de uniformes, rangos y condecoraciones. Pero cuando se trata de instrucciones para las señoras, es simple y claro. Doña Letizia acude correctamente vestida de largo a las ceremonias militares de gala. Lejos quedan los vestidos “mesa camilla” que le adjudicaban en la Casa Real y ahora luce modelos favorecedores y elegantes.
El problema surge en las jornadas más familiares, que tanta importancia tienen para los militares. Tal es el caso de las entregas de despachos a los oficiales, en las que el protocolo pide para ellas la media gala: vestido corto o traje con falda. Para los oficiales y sus familias, es uno de los días más importantes de su vida. Ellos lucen impecables y las madres, esposas, novias, hijas y hermanas van arregladas con sus vestidos y tacones. Doña Letizia en cambio, suele ir con pantalones, lo que en ocasiones suscita algún malestar.
Sería un gesto de complicidad hacia las que –como ella- son mujeres de militar, que Doña Letizia adoptase el mismo atuendo. Ayer se celebró el 25 aniversario de la promoción del Rey Don Felipe en la Escuela Militar de Marín. Doña Letizia volvió a vestir de pantalón, si bien esta ocasión presentaba el matiz de ser solamente una celebración y no era la única de esta guisa.
Pero Doña Letizia sabe “mimetizarse” perfectamente, como acaba de demostrar en Estados Unidos. Durante la Asamblea General de las Naciones Unidas, supo ir vestida mejor que ninguna de las primeras damas presentes. Eligió trajes de chaqueta y falda muy profesionales y al estilo norteamericano –falda a la rodilla, mangas a la muñeca, ausencia total de escotes y tonos monocordes –. Un acierto.
Mientras, Michelle Obama sufría los nervios propios de verse frente a un panel de jóvenes reinas europeas; Ella-que tanto partido se saca- eligió modelos muy poco favorecedores: un vestido plisado negro con vuelo estilo peonza y un poco favorecedor saco de patatas brillante. Los nervios son traicioneros.
Incluso Máxima de Holanda, siempre impecable, iba guapísima, pero algo fuera de tono con mangas asimétricas, tejidos brillantes, muy ceñida, brazos al aire y faldas algo cortas. Hasta la princesa Mabel de Holanda se presentó de mañana con un vestido negro de encaje más digno de una cena que de una reunión matutina. Doña Letizia sabe cumplir; pero le gusta dar una de cal y otra de arena.
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