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Blogs Laboratorio de Estilo por María Luisa Funes

Versace busca inversores

María Luisa Funesel

Por enésima vez, la casa de moda busca salvar su posición. Versace es de las pocas empresas del sector de la “alta moda” que siguen en manos de la familia del creador. Pero para competir en el entorno exigente de la industria global de marcas de prestigio hace falta liquidez. Es el caso de Versace, que tras la muerte de Gianni sigue deseando su independencia de gestión y a la vez ir viento en popa: pues va a ser que no.

Si algo está cambiando en el colectivo general es la percepción de que cualquier marca o diseñador merece más respeto por tener entre sus relaciones personales a un sinfín de celebridades, modelos, cantantes y demás cerebros rosas. Esto es lo que supo hacer Versace y que han hecho después con maestría Valentino y Roberto Cavalli. Pero en 2013, esto no es suficiente.

Un ejemplo de la influencia de Versace fue convencer a las dos rubias más importantes del mundo para que llevasen su ropa: Madonna, que protagonizó sus campañas de 1995, fotografíadas por Meisel y Testino, con fotos que hicieron incluso cambiar su estilo a la princesa Diana, que se enmendó en cuanto a su guardarropa con la ayuda de Gianni.

Gianni Versace vivió y creó la primera época de las top models, en la que se repartían el pastel durante lustros las mismas 5 caras. Pero cuando fue asesinado, se fue con él la esencia de la marca. Igual ha sucedido con otras muertes, como la de Moschino o con la venta de sus propias casas, como en el caso de Kenzo o Givenchy.

Ahora la moda se ha convertido en una batalla campal de enfurecida competencia, novedades y multitud de marcas antiguas recauchutadas. Es un negocio difícil y técnico, donde el arte cuenta solo un poco. En este entorno, los Versace lo tienen difícil para encontrar un inversor que deje que se quede “el bicho dentro”. Cuando se retoma una empresa con el ánimo de darle la vuelta, a menudo es “imprescindible prescindir” de los que no han sabido desarrollar una estrategia adecuada. El último consejero delegado lleva desde 2009 en el cargo. No ha podido con los Versace y la empresa lleva ya muchos años apoyándose en bancos italianos para su supervivencia.

En mayo de 2012 contrataron a Goldman Sachs y a la banca Intesa Sanpaolo para guiar un proceso inversión externa. Pero no ocurrió nada. Ahora declaran estar buscando un inversor para el 20% de la empresa, para más adelante, en 3 o 5 años, salir a bolsa. No sabemos si se trata de un nuevo farol. Pero se apunta a varios grupos como posibles interesados: El Qatar Holding, que está invirtiendo en Italia; FSI -Fondo Strategico Italiano-; Un fondo francés, Ardian; Permira, muy metidos en el sector de la moda; Blackstone, private equity estadounidense; el grupo Axa o Clessidra, otro banco de inversión italiano. Versace ha conseguido salir de números rojos en 2012, después de más de una década en pérdidas. Su EBITDA ha sido de un 11% de las ventas y esperan que en el 2014 sea del 20%. Pero con solo 82 boutiques y en mercados a veces maduros, necesitan inversión y apertura en nuevos territorios para que esto se haga realidad.

Otro factor de desconfianza que dificulta el futuro de Versace es que los símbolos sobre los que se asienta la marca no están en boga actualmente: gran logo -la medusa enorme -, brillos y metales por doquier y una estética de lo opulento, del consumismo y de los 80. Solo las rusas están aún por sus huesos. Con estas, nos preguntamos por qué el presi, Florentino Pérez, ha elegido Versace, que además no tiene su punto fuerte en el vestuario masculino. Sabiendo que es buen hombre de negocios, seguro que el Madrid ha recibido una buena dote.

A cambio de unos 250 millones de euros, el inversor final sería propietario de un 20% de la empresa, que ahora está en un 50% en manos de Allegra Versace -la sobrinisima-, y en las de Santo y Donatella. El problema es que los Versace imponen al inversor la estrategia, el equipo directivo y la dirección artística. Así llevan años, esperando que llegue el santo advenimiento a la “medusa”.

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