Nuestra relación con lal moda ha variado con el Covid-19. El confinamiento, las lógicas restricciones de aforo, la crisis económica y el creciente desempleo han modificado nuestra manera de comprar. Las marcas de moda, por otra parte, se han visto inundadas de mercancía sin vender. Teniendo en cuenta además que según el ICEX las exportaciones de moda española han bajado un 15% interanual a fecha de julio, las empresas del sector deberán tener en cuenta que ahora el cliente es rey.
- Las ventas en China están en alza. Las predicciones del Boston Consulting Group indican que mientras la industria de lujo se tambalea en general, la demanda china crece un 30%, ya que sus habitantes han vuelto a la mentalidad de consumo previa al virus. Además, las importantes compras de los chinos en Duty Free quedarán limitadas a su aeropuertos ante la imposibilidad de viajar. En contrapartida, en Estados Unidos y Europa se estima que las ventas de artículos de lujo y de Duty Free sufrirán una caída entorno al 40%.
- El estilo “Silicon Valley chic”. Los atuendos ‘uber-casual’ que mezclan chinos o vaqueros con sudaderas con capucha, jerseys y blazers ganan terreno. Ellas huyen de las prendas de temporada y compran colecciones ponibles.
- Sufren los grandes almacenes. Algunos de los históricos grandes almacenes estadounidenses están en riesgo de desaparecer. Tal es el caso de los históricos Neiman Marcus en Estados Unidos, que se declararon en bancarrota el día 4 de septiembre, de Karstadt Kaufhof en Alemania que cierra 62 de sus 172 tiendas y de sus equivalentes en Japón. Los clientes huyen de aglomeraciones.
- Menos tacones. Las ventas de zapatos de tacón alto han caído con la pandemia entorno a un 15%. No solamente no ha habido muchas fiestas a las que asistir, sino que las clientas se han habituado al calzado cómodo.
- Preferencia absoluta de las marcas locales. Tras los manifiestos proteccionistas de Reino Unido, Francia y Estados Unidos, la tónica general es consumir marcas locales que generen empleo en el entorno cercano.
- Compras más pensadas. Casi la mitad de la población ha cambiado su relación con la ropa: entorno a un 25%, compra prendas solo si las necesita para alguna ocasión especial y un 12% piensa que puede vivir con un guardarropa más exiguo y ordenado. Efecto Mary Kondo.
- Consumo sostenible. Las marcas sostenibles y de comercio justo suben enteros, algo que en el futuro será condición sine qua non para triunfar en el sector.
- Se le exige más a la venta online. Los recientes descuentos precipitados han habituado al cliente a buscar la ganga. En cambio, los ingresos de las tiendas online que escogen bien su producto, añaden contenidos interesantes y crean una buena experiencia de compra no dejan de subir, tal y como le ha ocurrido al portal mytheresa.com, cuyas ventas se han incrementado un 20 % este año.
- Crece el mundo virtual. Facebook organiza un “playbook” para creación de estilismos; las marcas ofrecen la oportunidad de realizar “pruebas” online de ropa utilizando sosías del cliente y se lanza con éxito Amazon Luxury, mientras que los gigantes tradicionales del lujo van en retroceso. El consumo de redes sociales aumenta un +50% con el confinamiento y durante la pandemia Facebook ha detectado un aumento en un 75% de menciones del término “fashion week”.
- 10.El cliente manda: por primera vez en mucho tiempo dicta sus deseos, a menudo guiado por los valores de los millenials. En un mundo de influencers que comercian con sus atuendos, el deseo del ciudadano de a pie pone en jaque a la industria de moda.