Aunque ahora parece que nuestro mundo nunca volverá a ser igual, los expertos creen que el día a día retornará bastante similar a la época pre-Covid. Eso si, con algunas diferencias que agrupo aquí en resumen y tras constatar que ya están en camino.
1. En España, los meses de confinamiento y los actuales horarios reducidos de los restaurantes, consolidarán unas horas de comida/cena más acordes con las del resto del mundo, porque exceptuando a Grecia en verano, nadie en Europa quedaba para almorzar a las 3 pm ni para cenar a las 10.30. La nueva rutina ha hecho descubrir al español medio que comiendo a las 13.30 o a las 2 pm como máximo, se organiza mejor el día. Y algunas cenas ya se organizan incluso a las 8 u 8.30 pm (a veces en el primer turno de los restaurantes que hacen dos por noche), algo absolutamente impensable hace dos o tres años. Esto es también más saludable para el que se acuesta pronto.
2. Los meses de pandemia han limitado la movilidad de una gran parte de la población. En las casas españolas, no solía haber término medio en cuanto a organización y menaje se refiere: o se tenían varias vajillas heredadas y todo un conjunto de manteles e instrumentos para servir, o por el contrario se contaba solo con una exigua vajilla de Ikea, por poner un ejemplo. El Covid-19 ha generalizado las comidas y cenas en casa; y ello ha obligado a actualizar mantelerías, cuberterías, cristalerías y vajillas, del mismo modo que ha hecho que los no muy duchos en la materia comiencen a hacer sus pinitos en la cocina y sean capaces de preparar una cena decente para sus invitados. El país que vivía en la calle, ahora recibe en casa con más frecuencia. Nos estamos afrancesando… ;).
3. Los edificios del futuro serán más sostenibles por obligación. En otras crisis, los edificios también han salido del trance mejorados: tras terremotos y fuegos se han asegurado las capacidades ignífugas de algunos materiales y las épocas de muchos afectados por tuberculosis llevaron a los edificios a ampliar sus ventanales y construir terrazas exteriores.
4. Tras meses de teletrabajo y de confinamiento, ha quedado comprobado el efecto positivo de las plantas y la luz en el ser humano. Del mismo modo que las paredes blancas encaladas de Andalucía sustituyeron a los colores albero y almagre por la necesidad de desinfección durante varias pestes europeas en los siglos XVIII y XIX, probablemente -de hecho ya ocurre en construcciones privilegiadas- se añada profusión de plantas y ventanales a los pisos y oficinas. Sobre este tema, elaboraremos un post en los próximos días.
5. En muchos sentidos, la pandemia no ha cambiado las ciudades en sí misma, sino que una serie de procesos que ya se hallaban en curso, se han acelerado de modo exponencial. Tal es el caso de la desaparición de algunos tipos de tiendas y servicios o bien de la reducción de la necesidad de espacios de parking en ciertas áreas menos centrales. El teletrabajo, el flex-time de horarios, los envíos a domicilio e incluso la formación y el médico online, han aminorado la necesidad de desplazamientos.
6. La relación con el coche será diferente. En muchas ciudades del mundo, es ya más habitual que en España el alquiler por hora de los vehículos, solo para cuando son necesarios. Comprar un coche, guardarlo, darle brillo…. pagar el seguro, la gasolina, la puesta a punto, la rotura del faro, el robo del retrovisor, el garaje, el impuesto, pasar la ITV y cambiar el aceite es mucho trabajo para un activo que se deprecia desde el día 1 tras su compra. Claro está, siempre hay sectores y circunstancias en los que es imprescindible.
7. Con la vuelta a las tradiciones, al consumo de kilómetro cero y a los cultivos caseros, puede que que tanto los edificios de oficinas como los residenciales comiencen a tener huertos en el tejado o en las zonas abiertas y proliferen en los descampados sin urbanizar huertos comunes que ya pueblan las ciudades de otros países.
8. Se potenciarán los modos de transporte más sostenibles. Aquellos transportes que menos consuman, que menos productos nocivos generen y que menos molesten en cuanto a ruido y tráfico, se verán multiplicados. Nuevos tipos de “TRAM” como en ciudades de Europa o minibuses con fuel ecológico serían alternativas inmediatas allá donde la bicicleta y el paseo sean menos practicables por distancia o climatología.
9. Esta y otras posibles pandemias futuras modificarán la definición de los espacios y la organización de las residencias: entradas adaptadas al cambio de ropa y a la desinfección, multiplicación de baños y zonas de espera en los edificios dedicados a servicios o sistemas de aire acondicionado perfeccionados por doquier serán algunas de las mejoras más evidentes.
10. Con menos coches, transporte más ecológico, huertos y plantas por doquier, las ciudades serán más limpias y tranquilas, además de menos ruidosas.
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