ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Rompiendo proporciones

Luis Miranda el

 

 

 

Como pasa con la Dolorosa de la Caridad, su preciosa imagen, le sucedió a la Virgen María en el Evangelio: pasó dejando apenas unas cuantas frases, un “Fiat” con el que confirmaba el mejor destino de los hombres, un “Haced lo que Él os diga” que señalaba el camino y las referencias de haber permanecido firme como su fe al pie de la Cruz del Hijo. El sutil rastro de palabras, sin embargo, no sirvió para que los cristianos no la aclamáramos como Madre de Dios, medianera en las gracias, espejo para la oración y con tantas palabras de amor que se le dedican en las letanías de los rosarios o en los piropos de las procesiones y romerías. Algo de eso tiene esa imagen maravillosa que ayer recorrió las calles cambiando el rojo de la sangre por el blanco mariano. Vive en la permanente sombra colosal de su Hijo, el Señor de la Caridad, en permanente adoración de su cuerpo como en un sagrario con claveles rojos teñidos por la sangre que acaba de derramar. No falta quien busca en las calles el mejor ángulo para mirarla cuando pase, quien callejea para recuperarle la mirada y por supuesto quien la visita en su capilla quieta de San Francisco.
La Dolorosa del Señor de la Caridad, que así la llaman por no tener advocación propia, recorrió este año las calles del barrio de San Francisco en un rosario vespertino organizado por su cofradía. Esta imagen espléndida, entroncada en la mejor tradición de la escuela granadina y debida quizá a José de Mora o alguno de los primeros escultores de aquellos años del siglo XVII, pudo haber presidido el oratorio de San Felipe Neri o hasta haber sido titular de alguna cofradía antigua. El destino la puso en 1939 a los pies de la silueta majestuosa del Crucificado -¿para cuando un estudio y atribución de estas imágenes espléndidas?- y allí sigue, con las manos enlazadas como se le enlazan en la mirada la ternura y el dolor, la resignación y el abatimiento. La Dolorosa de la Caridad recuperó el primer plano y demostró que cuando hay una determinada belleza infinita e indescriptible se rompen los esquemas y proporciones. Bienvenido sea este rosario para todos los años que permita disfrutar de Ella en la calle.

 

Liturgia de los días
Luis Miranda el

Entradas más recientes