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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

Pegas a la Verdad

Luis Mirandael
El Cristo de la Universidad, poco después de salir de San Rafael el pasado Jueves de Pasión. FOTO: VALERIO MERINO

Por más que miro en el fondo de la memoria, todas las imágenes se me parecen a la que acompaña este artículo: un Cristo lacerado por mil heridas y una muchedumbre en las calles, abstraída y silenciosa, mirándolo pasar y sin perderse ni un detalle de su Pasión. No hay trucos ni montajes en las fotografías que guarda el archivo de mi periódico: el Cristo de la Universidad, rechazado para la próxima Semana Santa si nadie lo remedia, reúne a miles de personas en las calles, abarrotó en sus años la plaza del Cardenal Salazar, colapsa los alrededores de la Catedral y el Patio de los Naranjos y cruza Córdoba en silencio mientras cientos de ojos se clavan en su cuerpo herido en cada calle.

La memoria no encuentra nada en su cortejo que se tenga que rechazar con un veto que sólo es poderoso porque ya está dentro y porque quizá no le pusieron tantas pegas en su día y siguen sin ponerlas; sí recuerda, en cambio, pasos en madera, y no hace tantos años, palios lisos, hoy todavía, y cortejos muy cortos, y por cierto peor compuestos y menos serios que el que acompaña al Cristo de la Universidad y a la Virgen de la Presentación, aunque llevasen capirote de rejilla o cartón debajo del cubrerrostro.

El rechazo a la hermandad Universitaria en el Martes Santo de Córdoba todavía está pendiente de una larga explicación, y quizá no sólo de una persona, pero hasta tanto lleguen las palabras que aclaren este hecho sin precedentes, hay unas cuantas conclusiones apresuradas. Si no somos exquisitos, ni mucho menos; si tampoco nos importan demasiado los nazarenos porque los tratamos por lo general con desprecio y lo de la longitud no es tan problemático como no tener a una banda con buenos uniformes, al final lo que rechazamos es la Verdad cruda de la Pasión y muerte del Señor y sobre todo que desde el primer minuto haya conseguido llenar las calles y conmover los corazones.

Liturgia de los días Luis Mirandael

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