A la vista de los cuarenta días que nos quedan para la próxima Semana Santa, el horizonte que se presenta está marcado por lo que pudiéramos llamar «experimentos».
La cofradía de la Entrada Triunfal irá a la Catedral. Nada que objetar, pero de nuestra vieja ignorancia surge una pregunta: después de este alargamiento de la procesión, ¿cuántos niños vestidos de hebreo van a regresar a San Lorenzo? El Domingo de Ramos, a las cinco y media de la tarde, sabremos el resultado del experimento número 1.
Creíamos, a nuestra edad, que en cofradías ya estaba todo inventado, y que el progreso consistía en seguir avanzando por un camino ya hecho, pero sin salirse lo más mínimo de él. Pero no es así: resulta que vamos a tener una cofradía —la de Las Palmeras— que durante una parte de su procesión llevará a su titular sobre ruedas y en otra, la más «lucida», a costaleros. Será el experimento número 2, inédito en Córdoba capital.
No sólo eso: hay otra hermandad —la Agonía— que va a salir de la Catedral, no porque su templo esté ruinoso y no haya otro lugar de donde empezar la procesión sino, sencillamente, «porque sí»; eso sí, volverá a su barrio con paso y nazarenos. Siempre habíamos pensado que una procesión consiste en salir de un templo, cubrir una carrera oficial y regresar al punto de partida, pero no: y éste será el experimento número 3, también desconocido en Córdoba. Al parecer, se trata de ver quién hace cosas más originales, ya que por lo visto eso de, una vez cubierta la carrera oficial, volver al templo del que se salió, y de la forma más parecida posible a como se salió, es algo muy trillado y ya no «mola».
La Semana Santa de 2011 va a ser un laboratorio. Y lo malo de los experimentos es si salen bien no pasa nada, pero si salen mal se llevan por delante todo lo que encuentran a su paso. A ver qué se le ocurre a alguien para el año que viene.
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