Por JAVIER TAFUR ASENSIO
MAL tienen que andar muchas cosas en esta ciudad cuando este titular es cierto sin necesidad de que un terremoto haya derruido San Pedro de Alcántara. Porque los universitarios se sentían sinceramente alcantarinos. Estar a la vera de Filosofía y Letras era importante para ellos y es normal que lo sea para una hermandad que quiere identificarse como universitaria además de como católica.
Ayer la hermandad publicaba en su página digital un finísimo comentario, digno de su doble condición, cuya lectura recomiendo. En el presentaba la nueva, inesperada e incómoda situación, a la par que la aceptaba con impecable humildad cristiana y perfecta ironía universitaria. Efectivamente los designios del Señor no siempre son inteligibles. Y esto es más duro de asumir por los que entienden que la razón no puede ser nunca ajena a la idea cristiana de la divinidad y, en consecuencia, que Dios es el Logos, como recordaba Benedicto XVI, el gran papa universitario, en Ratisbona.
Pero aquí no se ha dado ninguna explicación, razonada o no, de lo sucedido, al menos pública. Aquí se ha expulsado de su sede canónica a dos hermandades para acomodar a una tercera —aunque la tercera prefiera ser llamada itinerario—, sin que se sepa de la existencia de incompatibilidades ni del carácter de estas. Aquí se han desvestido dos santos para vestir a un tercero. No tengo conocimiento directo del Camino Neocatecumenal, pero desconfío por principio de la gente que necesita terapias de grupo para todo, desde dejar el alcohol o el tabaco a vivir su religión.
En todo caso, aquí está muy claro que la Hermandad del Rocío ha servido de coartada. Teóricamente la han echado por lo de la bulla, pero kikos y rocieros son parejos en el viva la gente, el guitarreo y el camino. Era a los universitarios a los que realmente no podían admitir a su lado, no vaya a ser que analizaran sus famosos «mamotretos». Supongo que es muy difícil la convivencia entre la excrecencia de lo peor del Vaticano II y la continuidad de lo mejor de Trento. Ese Cristo verdadero, necesario, de pasión y de muerte, sin el cual no hay resurrección posible, no puede ser un invitado grato en el ágape festivo de los neocatecumenales…