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Blogs Jugar con Cabeza por Federico Marín Bellón

Botox para conseguir una cara de poker perfecta

Federico Marín Bellónel

Todo el mundo sabe que el botox es muy utilizado en determinadas profesiones y que, entre sus contraindicaciones, destacan los efectos acartonantes que puede tener sobre cualquier rostro. La Sociedad Americana de Cirugía Plástica Estética ha alertado de una moda creciente: inyectarse botox para conseguir una verdadera cara de poker, incapaz de transmitir la menor emoción. Se ha acuñado incluso el término «pokertox», que puede aplicarse en varios lugares del rostro, según dónde se encuentre el punto débil de cada jugador.

Que muchas actrices abusan del botox o sustancias parecidas es una evidencia. Uno de los casos más notables es el de Nicole Kidman, una gran intérprete que en sus últimas películas apenas puede actuar. Otros, como Stallone, no llegaron a hacerlo nunca y las supuestas consecuencias son menos graves. No sorprende por tanto que en una profesión en la que una mala actuación puede ser un problema, algunos decidan cortar por lo sano y mostrar siempre la misma cara, como la Luna. Con una gorra y unas buenas gafas de sol se convierten en perfectos maniquíes y, al menos por sus gestos, será imposible saber si llevan un farol o un cañón.

La American Society of Aesthetic Plastic Surgery confirma que las toximas neuromusculares como el botox paralizan los músculos faciales (por eso salen menos arrugas), pero que la idea de aplicar sus «ventajas» en el póquer es un error, porque las emociones seguirán saliendo a la luz, aunque sea a través de una mueca.

Según informa el «New York Post», fue el doctor Jack Berdy el primero en pensar en esta línea de negocio y el inventor de la palabra «pokertox». «Muy pocas personas pueden mantener una auténtica cara de póquer», sostiene el tipo. «Casi todos hacen algún tipo de señal o no reprimen alguna expresión que delata su mano». Su tratamiento, que dura de tres a cuatro meses, cuesta entre 600 y 800 dólares, no se sabe si dependiendo de la cantidad de tics que tenga el paciente o de lo grande que sea su cara. Es casi seguro que no será mayor que la del doctor.

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