Frank Cullotta es un mafioso de manual, de los que vienen en la Wikipedia. Pero el hombre se ha reformado y ahora organiza visitas turísticas. Nada mejor que enseñar lo que se conoce bien, en su caso los lugares donde él y sus colegas cometieron sus delitos. Cullota, una de las personas que inspiraron la película «Casino», de Martin Scorsese, se dedica a mostrar en recorridos de autobús las mejores escenas del crimen y los casinos donde ocurrieron la mayores estafas. La excursión dura cinco horas. Hay mucho que enseñar.
Cullotta, que ahora tiene 76 años, era conocido como «el Jefe de Las Vegas», en un «negocio» en el que empezó a trabajar a los doce años. Pronto prosperó y se convirtió en ayudante de Tony Spilotro (Joe Pesci le debe su personaje en Casino»), con quien formó la temible banda conocida como Hole in the Wall (agujero en la pared). El grupo se llamaba así por su facilidad para atravesar cualquier muro en sus golpes más sonados. Cuando fue atrapado, y ante la perspectiva de afrontar una condena a cadena perpetua o una posible ejecución, confesó sus asesinatos y optó por colaborar con el FBI, acogiéndose al programa de protección de testigos.
Lo más sorprendente es que Frank Cullotta sobrevivió a la guerra que se declaró tras sus chivatazos, en la que cayeron Spilotro y su hermano menor, Michael. Luego pudo incluso publicar tres libros autobiográficos y ahora se dedica a este nuevo oficio, a cara descubierta, sin que la Mafia haya actuado contra él. Por el momento. De hecho, está encantado de poder enseñar cómo era la vida real de un gánster, que en su opinión «no tiene nada que ver con la que ha glorificado Hollywood», según declaró en una entrevista a la emisora de radio BBC 5.
Este mismo domingo, uno de los suplementos del Times también le dedicaba un artículo y The Daily Beast publicaba un reportaje algo más largo, en el que asegura que «a veces lo legal no es tan legal». «Cualquier cosa que hagas está contaminada», añade. «Es difícil ser de fiar, y yo soy de fiar. Pero siempre tengo que luchar contra el sistema por alguna razón. Parece como si nadie deseara que yo sea legal».
Frank Cullotta también cuenta que es difícil acostumbrarse a una «vida normal», sin la influencia y las conexiones que le sobraban antes. «Soy como un vendedor de libros de los que entran y salen de los lugares. Es muy, muy duro ganarse la vida así», sentencia. Si el lector pasa por Las Vegas y no sabe si apuntarse a la visita de Cullotta, debe saber que al final te regala una foto firmada por los protagonistas de «Casino».
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