Magnus Carlsen reconoció que agradecía llegar a la jornada de descanso que tendrán mañana los jugadores. Ha logrado neutralizar las piezas blancas de Ian Nepomniachtchi, pero el ruso ha sido quién más cerca ha estado de una victoria, en la segunda partida. «Por supuesto, he tenido dos negras, pero tengo que crear algunas oportunidades en algún momento», confesó en la rueda de prensa. Por otro lado, el campeón se llevó un notorio disgusto cuando el árbitro dijo a los jugadores que después de comparecer ante los periodistas tendrían que pasar el control antidopaje. Las imágenes son elocuentes:
Nepo, por su parte, insistió en que, como saben todos, el verdadero dopaje en el ajedrez es electrónico, y Magnus bromeó sobre la posibilidad de investigar qué sustancia tomar si algún día su nivel de juego baja de forma drástica. Ambos dedicarán el día libre a hacer deporte y, probablemente, dedicar aún más tiempo a ver por la tele cómo lo hacen otros.
Otra cosa que ha llamado mucho la atención es el micrófono abierto que permitió escuchar los análisis amistosos ‘post mortem’ de los grandes maestros. Esta expresión, por cierto, siempre me pareció un poco exagerada, referida al ajedrez, sobre todo si la cosa acaba en tablas. Al final del vídeo se puede escuchar a Carlsen decir aquello de que «no tenía ni idea de quién estaba mejor y por qué». Bobby Fischer habría matado a alguien si le llega a pasar algo así y lo del ‘post mortem’ cobraría más sentido.
La tercera partida, por otro lado, fue una lucha sosa para el espectador. Muchos, como Anish Giri, habían vaticinado una partida aburrida después de la fiesta. Bajo la superficie, sin embargo, podía advertirse el gran trabajo de ambos equipos, aunque como dijo Carlsen, «en última instancia las decisiones las tomo yo en el tablero».
Así fue la tercera partida:
Una crónica más amplia en la la sección de Deportes de ABC.
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