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Blogs Jugar con Cabeza por Federico Marín Bellón

La quimera olímpica del ajedrez

La FIDE renueva su lucha por participar en los Juegos de París en 2024, en competencia con la pelota vasca, la petanca, el billar, el vuelo en túnel de viento...

Federico Marín Bellónel

El ajedrez tiene sus propias Olimpiadas, que se celebran desde 1927 (Hungría ganó el oro en Londres), pero casi siempre ha albergado el sueño de participar en los Juegos Olímpicos «de verdad», al lado de los otros deportistas. Samaranch lo intentó en su época como presidente del COI y el anterior responsables de la FIDE, Ilyumzhinov, propuso incluso su inclusión como deporte de invierno, comparándolo con el curling, según él un «ajedrez sobre hielo». La Federación Internacional quiere ahora celebrar su centenario en París 2024, en la ciudad que la vio nacer.

El ajedrez ha llegado a implantar los controles antidopaje como concesión para conseguir su quimera. El nuevo presidente de la Federación Internacional, Arkady Dvorkovich, ha lanzado estos días una nueva campaña, con el apoyo de la Federación francesa y, sorprendentemente, con la oposición de la Federación rusa.

Lo cierto es que Francia es un país muy dado al blanco y negro. El Café de la Régence de París siempre albergó partidas de algunos de los mejores jugadores de la historia. La propia FIDE fue fundada en la capital francesa en 1924 y se llama así por sus siglas en francés: Fédération Internationale des Échecs. Ese mismo año se celebró en París, de hecho, la primera Olimpiada extraoficial, que ganó Checoslovaquia. En 1924 hubo otra en Budapest, donde se impuso el país organizador.

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En su afán por demostrar que el ajedrez es un deporte, la FIDE ha desvelado incluso algunas mediciones físicas realizadas a los ajedrecistas durante el torneo de la Isla de Man. Según estos datos, dos horas de partida de alto nivel suponen un consumo de energía equiparable a correr ocho kilómetros.

Cuenta Peter Doggers en Chess.com que la propuesta francesa fue presentada ante la prensa local por el presidente de la FIDE y el de la federación gala, Bachar Koualty. En el país vecino presumen del gran crecimiento del ajedrez, que ha originado que el 67% de sus miembros tengan menos de 18 años.

El plan es incluirlo como uno de los cinco deportes adicionales de los Juegos Olímpicos de París, en 2024. También que se practiquen los formatos más atractivos, sobre todo en televisión, como las partidas rápidas y relámpago. Otros candidatos que lucharán contra el ajedrez, de una lista de más de veinte, son la pelota vasca, el esquí acuático, la petanca, el billar, el squash y el vuelo en el túnel de viento. En Tokio 2020 las disciplinas elegidas son surf, kárate, monopatín, béisbol y escalada. Koualty admitió que el proceso será «largo y complicado».

Para facilitar las cosas, quizá habría sido buena idea proponer el ajedrez gigante, que exige mayor gasto físico. Maxime Vachier-Lagrave y Danny Rensch hacen una interesante demostración en el siguiente vídeo: 

 

Como precedentes favorables a la moción, el ajedrez es considerado un deporte por el Comité Olímpico Internacional (COI) desde 1999 y en los Juegos de Sidney del año 2000 fue incluido como deporte de exhibición. El indio Vishy Anand y el (ahora) español Alexei Shirov jugaron allí, aunque tampoco lograron mayor repercusión.

Durante el anuncio de la iniciativa, Arkady Dvorkovic, presidente de la FIDE, jugó una partida con la MI Sophie Millet, seis veces campeona de Francia. Foto: FIDE

A su favor, el ajedrez también ofrece una implantación masiva y barata. La FIDE tiene 189 países afiliados. Y lo fácil y apropiado que es organizar torneos mixtos. Bashar Kouatly anunció que las partidas se jugarían en la Sorbona, donde Pierre de Coubertin anunció hace más de un siglo el restablecimiento de los Juegos Olímpicos.

La respuesta más sorprendente a este movimiento ha venido de Rusia. Según informan en Sport, el presidente de la federación rusa, Andrei Filatov, se ha mostrado en contra. «Tienen derecho a pedirlo, son geniales y Francia tiene una gran tradición en ajedrez, pero no soy partidario», aseguró Filatov. «Tenemos nuestra propia Olimpiada, que es excelente, a la que asisten 190 países». Para el dirigente ruso, un problema es la masificación que ya sufren los Juegos, a la que habría que añadir, según sus cálculos, cinco jugadores por país, más un entrenador al menos, jueces y médicos.

El programa completo de pruebas de los Juegos Olímpicos de 2024 debe quedar cerrado en diciembre de 2020, con casi con cuatro años de anticipación, «para dar a los deportistas y a los comités nacionales a prepararse». El reto parece imposible, pero Dvorkovich, que fue responsable de organizar el Mundial de Fútbol de Rusia en 2018,  parece de los pocos capacitados para conseguirlo.

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