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Blogs Jugar con Cabeza por Federico Marín Bellón

La final más salvaje

Federico Marín Bellónel

La última entrada del blog fue premonitoria. El ajedrez es un deporte salvaje, como han demostrado Peter Svidler y Sergey Karjakin en Bakú. La final de la Copa del Mundo fue un espectáculo más propio del circo romano o de un combate de boxeo entre Ali y Frazier. Karjakin ganó después de diez partidas en las que no se firmaron ni unas tablas. Antes vimos varias caídas a la lona de ambos contendientes y, por supuesto, errores de todos los colores, alguno demasiado grosero, fruto del agotamiento físico y mental. Fischer ganó en su día un par de duelos por 6 a 0, pero una final tan importante sin un solo empate es algo insólito. El 6-4 final no solo parece de tenis por los guarismos; parecía que les habían prohibido hacer tablas en ninguno de los juegos. 

La amargura del derrotado, Peter Svidler

Svidler lo tuvo en su mano, pero el cansancio pudo con él. De su rival cabe destacar que protagonizó una remontada memorable, de mérito incuestionable. Después de perder las dos primeras partidas, a ritmo clásico, logró la proeza de imponerse en las otras dos, como estaba obligado. Luego, remontó una tercera vez en los duelos de desempate y ya no cedió la delantera, aunque siguió concediendo oportunidades a su rival.

Peter Svidler, por su parte, consiguió el pequeño milagro de remontar a su vez, cuando todos lo daban por muerto, después de ver cómo se le escapaban tantas oportunidades de victoria. Su reacción en la última partida, de rabia contenida por la deportividad, que no perdió nunca, da una idea del infierno que debe haber pasado por dentro. «Acabo de ver a Svidler dejarse una torre y casi se me cae a mí el bebé», tuiteó con humor negro Jonathan Rowson (en inglés, el verbo «drop» le valía para ambas acciones). Rowson, de quien me declaro admirador incondicional (suyos son los fantásticos libros «Ajedrez para cebras» y «Los siete pecados capitales del ajedrez»), resumió como nadie la causa del desplome del bueno de Peter: «Quien piense que tuvo mala suerte no entiende lo brutal que puede ser una partida de ajedrez. A este nivel, el 99% son nervios».

El gran consuelo del gladiador ruso es que él, siete veces campeón de su país, ya ganó la Copa del Mundo en 2011. A los 39 años, si logra que esta final no le afecte demasiado, está ante la oportunidad de su vida de intentar luchar por el Mundial.

Sergey Karjakin impuso su sangre fría en Bakú

Para Karjakin la victoria ha supuesto su mayor logro ajedrecístico, recompensado además con un cheque de 96.000 dólares, aunque mantiene un récord más exclusivo: el de gran maestro más joven de la historia. El jugador nacido en Ucrania, que se nacionalizó ruso en 2009, consiguió el título a los doce años y siete meses. En Bakú ha tenido la suerte de los campeones, primero contra Eljanov y luego contra Svidler.

Ambos finalistas volverán a verse las caras en el torneo de Candidatos, del que saldrá el próximo retador del campeón del mundo, Magnus Carlsen. Los otros finalistas son el cinco veces campeón del mundo Viswanathan Anand; el búlgaro y también excampeón Veselin Topalov, dos estadounidenses (¡!), Hikaru Nakamura y Fabiano Caruana, el holandés Anish Giri y un octavo pasajero que logrará su plaza por invitación.

De Bakú, por cierto, es preceptivo destacar también las excelentes las retransmisiones y crónicas realizadas por Chess24.

El espectáculo no se detiene, en cualquier caso. Hoy mismo empieza en Berlín el Mundial de rápidas y en Las Vegas ya llevamos unas pocas jornadas del Millionaire Chess. El español David Llada, fotógrafo oficial del torneo, ya ha empezado a enviar unas fotografías fabulosas, por lo que no me quedará más remedio que dedicarle alguna entrada.

Nunca ha sido tan fácil disfrutar del mejor ajedrez en directo.

Todas las fotografías son de la web oficial de la Copa del Mundo

Ajedrez

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