Los menos jóvenes no habrán olvidado la guerra de las Malvinas (Falklands War, para los británicos) de 1982. Hace justo un año, Pablo F. de Mera Alarcón recordaba en ABC la contienda y apuntaba esto: «No fue únicamente un campo de batalla, más bien se trató de un tablero de ajedrez que contó con Galtieri y Thatcher –y sus respectivos intereses políticos– como jugadores. La victoria fue de la primera ministra británica, sin duda más hábil». Para confirmar la metáfora, hace unos días la FIDE decidía intervenir en el último capítulo de la guerra entre argentinos y británicos. La Federación Internacional negó el valor oficial de las partidas organizadas por la Federación Argentina de Ajedrez en los territorios en disputa. Fueron dos torneos y un duelo personal, entre un excombatiente inglés y otro argentino, un teniente y un mayor. Independientemente de las intenciones y de la repercusión posterior, quedó claro que la única guerra buena es la del ajedrez.
El diario «Clarín» y gran parte de la prensa argentina recogieron la noticia:
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El escueto comunicado de la Federación Internacional decía así: «La FIDE ha recibido una protesta debido a que entre septiembre de 2018 y marzo de 2019 se han celebrado dos torneos y un duelo de ajedrez en Stanley –Puerto Argentino para el otro bando–, en los territorios británicos de ultramar de las islas Falkland, cuyos resultados fueron remitidos por la Federación Argentina para su consideración en la puntuación Elo. Las federaciones tienen el derecho exclusivo de enviar resultados de torneos que se celebren en su territorio. Debido a que esto no se hizo, y a que ni siquiera se solicitó permiso ni informó a la Federación Británica, en cuyo ámbito se encuentran las islas Falkland, la Comisión de Clasificación de la FIDE excluirá los resultados de estos torneos». La FIDE instó asimismo a todas las federaciones a «no utilizar los torneos de ajedrez con fines políticos».
La idea partió de un grupo de jugadores argentinos del Círculo de Ajedrez de Villa Marteli. Allí organizaron medio en secreto y 37 años después del conflicto armado el Torneo Internacional Islas del Sur, en Puerto Argentino (o Stanley). Contaron para ello con el apoyo de la Federación Argentina, según informa «Clarín». El objetivo oficial era «hacer patria en silencio» y volver a hermanar a los pueblos, algo que no se logró del todo, pese a que se apuntó a la iniciativa un excombatiente de la Royal Navy, el teniente Marc Towsend.
La mayor hostilidad hacia la «banda del ajedrez» provino de los habitantes de la isla. La prensa británica, menos agresiva, bautizó el caso como «gambito Falklands». En defensa de los isleños cabe decir que el desembarco se produjo con nocturnidad y puede que algo de alevosía. En descargo de los ajedrecistas se puede apuntar que fueron extremadamente cuidadosos con el lenguaje utilizado y que lo último que pretendían era un conflicto diplomático. «Hubo una discrepancia sobre la lectura del Acta Fundacional. Nadie quería cometer errores. Nadie quería desatar un escándalo diplomático por utilizar las palabras inapropiadas. El evento no debía resultar ofensivo por exceso de patriotismo», describe Gonzalo Sánchez en «Clarín».
Jeremy Hunt, secretario de Estado para Relaciones Exteriores del Reino Unido, no se lo tomó con tanta deportividad y protestó de forma enérgica ante la FIDE. También calificó la celebración de torneos en las islas como una «violación inaceptable» y una «provocación diplomática». La FIDE, con un lenguaje más suave, ha acabado dando la razón a los británicos.
El segundo de los torneos, por cierto, celebrado del 26 al 28 de marzo, fue ganado por Daniel Ujhelly.
Gens una sumus.
Ajedrez Federico Marín Bellónel