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¿Sobrevivirá el gobierno del Talibán?

¿Sobrevivirá el gobierno del Talibán?
El Talibán toma el poder, Kabul, agosto de 2021.
Jorge Cachinero el

El gobierno del Talibán en Afganistán podría dar la impresión de que se ha asentado en el poder, desde que se hizo cargo de éste, en septiembre de 2021, tras la huida precipitada de Estados Unidos (EE. UU.) del país.

Sin embargo, Afganistán está:

  • aislado internacionalmente,
  • sumido en una crisis económica profunda,
  • sufriendo una crisis humanitaria descomunal, con más de 6 millones de personas padeciendo hambre, y
  • dividido internamente, a lo largo de líneas de fracturas políticas y sociales.

La situación recuerda a la que el país vivió al final de los años 90 del siglo pasado, aunque el entorno y el contexto sean completamente diferentes.

En la actualidad, las decisiones del llamado Emirato de Afganistán están motivadas por razones ideológicas:

Hibatullah Akhundzada.
  • los desacuerdos no son tolerados,
  • el líder supremo del Talibán, el Emir Hibatullah Akhundzada, reclama que el origen de su legitimidad proviene directamente de Dios y no, del pueblo afgano,
  • los habitantes de Afganistán deben mostrar su lealtad hacia el Emir,
  • la estructura anterior de la administración de gobierno ha sido ocupada por mulás religiosos y
  • no existe el menor atisbo de un entorno institucional fundamentado en el derecho, que, por lo tanto, sea predecible e independiente.

El proceso interno de toma de decisiones dentro del poder es, aun así, inconsistente.

El gobierno talibán, con sede en Kabul, dentro del cual, su ministro del Interior, Sirajuddin Haqqani, juega un rol decisivo -se habla, incluso, de una supuesta red Haqqani-, y el consejo religioso talibán, arraigado en Kandahar, bajo la dirección de Akhundzada, están enfrentados por sus interpretaciones de cómo debe ser aplicada la ley islámica o sharia.

Sirajuddin Haqqani.

Por otra parte, el régimen talibán no parece responder ni al palo de las sanciones internacionales, ni a la zanahoria de las promesas de un futuro reconocimiento diplomático.

El gobierno está en control de todo el país, aunque siguen sucediéndose episodios aislados de violencia, que están conectados con el terrorismo, con la criminalidad o el crimen organizado y con los asesinatos por venganzas.

Sin embargo, la oposición al régimen talibán no existe como una fuerza efectiva, ni dentro, ni fuera del país, y su estado actual es de fragmentación.

Dentro del Talibán, las peleas entre facciones se suceden, algunas, incluso, se hacen públicas, pero la unidad del movimiento permanece sólida.

En realidad, todas esas tensiones tienen más que ver con las cuotas de poder y con su distribución entre las numerosas tribus afganas que con fracturas profundas entre unos grupos y otros.

El Talibán sabe que, si no se mantiene unido, podría perder todo.

Desde el punto de vista de sus relaciones exteriores, el Talibán sigue exigiendo, en línea con los Acuerdos de Doha, firmados con Estados Unidos (EE. UU.), en febrero de 2020, que su autoridad sea reconocida como el gobierno legítimo de Afganistán.

El Talibán aduce, para ello, que controla la totalidad del país y reitera, en línea con aquellos Acuerdos, que no permitirá ataques contra sus vecinos que tengan como origen el territorio afgano.

A pesar de estas promesas, Afganistán sigue estando plagado por la presencia de organizaciones terroristas con vocación y alcance regionales.

Este fenómeno, en sí mismo, es la preocupación prioritaria de sus vecinos, quienes temen que los grupos yihadistas asentados en suelo afgano utilicen esas bases para proyectar sus ambiciones nefarias contra ellos.

La versión local del Estado Islámico (EI)Estado Islámico de Korashan (EI-K)– está convirtiéndose en un grupo muy activo en Afganistán y, aunque, por el momento, no representa una amenaza para el Talibán, esto podría cambiar en el futuro.

ISIS-K o Estado Islámico de Korashan.

De forma adicional, los lazos entre los militantes de a pie del Talibán con otros grupos terroristas en Afganistán son fuertes, ya sean Al-Qaeda, EI, Tehreek-e-Taliban Pakistán (TTP), el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental, el Grupo de la Yihad Islámica, Khatiba Imam al-Bukhari, el Movimiento Islámico de Uzbekistán, Jaish-e-Mohammed o Lashkar-e-Taiba.

Pakistán y Tayikistán son los vecinos de Afganistán que más amenazados se sienten por la presencia de estos grupos extremistas en Afganistán.

Por un lado, Pakistán está sufriendo el incremento de ataques, provenientes de suelo afgano, contra su territorio por parte del TTP, desde que el Talibán está en el poder.

Por otra parte, la actividad terrorista a lo largo de la frontera tayiko-afgana es constante, lo cual está generando mucha tensión entre Dushanbe y Kabul.

El Talibán debería ser consciente de que, si sigue permitiendo las actividades de grupos islámicos terroristas regionales desde su país, la paciencia de sus vecinos, algunos de ellos, muy poderosos, podría acabarse.

 

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