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Occidente en pánico por Trump y por Ucrania

Occidente en pánico por Trump y por Ucrania
Putin (i), Trump (d)
Jorge Cachinero el

NB: Este artículo es una versión distinta, con un título diferente, de la que fue publicada anteriormente en El Economista.

El Economista, 11 de marzo de 2024, p. 31.

Franklin D. Roosevelt (FDR) fue el único presidente de la historia de Estados Unidos (EE. UU.) en ganar cuatro elecciones presidenciales consecutivas, en 1932, en 1936, en 1940 y en 1944.

Franklin D. Roosevelt.

Esos cuatro mandatos fueron resultado de la inseguridad en la que estuvo inmerso el país, debido a las consecuencias de la Gran Depresión y al impacto de la Segunda Guerra Mundial, y del marchamo de estabilidad que FDR trasladaba a los electores estadounidenses.

El Congreso de EE. UU. ratificó la 22ª Enmienda a la Constitución de 1796, que limita los mandatos presidenciales a dos, en 1951, es decir, dos años después de la muerte de FDR.

La mayoría de los redactores de la Constitución de EE. UU. y los legisladores posteriores fueron contrarios a dicha restricción hasta aquel momento.

Donald J. Trump (DJT) está en camino de convertirse en el primer presidente de la historia de EE. UU. que gana tres elecciones presidenciales consecutivas, las de 2016, 2020 y 2024.

La estrategia de los dirigentes del Partido Demócrata de apartar a DJT de la carrera electoral mediante la presentación de demandas judiciales de todo tipo, algunas de ellas, estrambóticas, está fracasando y la mayoría de estos casos, si no, todos, acabarán volviéndose contra sus proponentes.

Asimismo, el estado de las habilidades cognitivas de Biden forzará a que los que mueven los hilos del campo demócrata impongan un candidato de recambio durante la convención del partido, que se celebrará el próximo verano, ya sea, de nuevo, Hillary Clinton o ya sea Michelle Obama.

Clinton (i), Obama (d).

Biden se reserva ejercer el privilegio del perdón presidencial por dos veces como los actos últimos de su carrera.

El primero sería para exonerar a su hijo, Hunter, de las consecuencias penales que tienen los crímenes de los que se le acusan, sobre los que el Congreso tiene pruebas abundantes, antes de otorgárselo a sí mismo por crímenes no menos graves, incluyendo el de traición.

La posibilidad de una victoria electoral de DJT no parece encontrar obstáculos, siempre y cuando las elecciones de 2024 sean libres y justas y a ninguna de las agencias de las tres letras estadounidenses se le ocurra provocar un suceso de fuerza mayor, como ya sucedió en alguna ocasión en el pasado.

El proyecto Ucrania o el proyecto Nuland -Victoria Nuland, número tres del departamento de Estado de EE. UU., ha sido la Madaleine Albright estadounidense del primer tercio del siglo XXI– ha fracasado de forma estrepitosa, como se puso de manifiesto con el anuncio de su cese, disfrazado de jubilación, el pasado 5 de marzo.

El gobierno Biden parece haber escogido quién será la cabeza de turco a la que hacer responsable de este fiasco.

Nuland (i), Albright (d).

La línea del frente en Ucrania empieza a desmoronarse de forma incremental, algo de lo que la toma de Avdeyevka por Rusia -sobre todo, cómo se ha producido- es testimonio patente.

El tiempo de una derrota militar del régimen de Zelensky y de sus patrones occidentales se acerca.

Muchos de los gobiernos y de los círculos de poder a ambos lados del Atlántico han entrado en pánico ante esa eventualidad doble.

El miedo que se siente en EE. UU., en Canadá y en Europa se está compensando con un tratamiento combinado de propuestas delirantes y de sobredosis de dopamina narrativa.

Los más enloquecidos en el norte de América argumentan que DJT seguirá ayudando a Ucrania cuando sea reelegido y mantendrá el statu quo presente.

Si esto no fuera posible, creen que Europa sustituirá a EE. UU. como el proveedor privilegiado de armas y de financiación a Kiev a partir de enero de 2025.

Sin embargo, existen también opiniones más realistas que piensan que DJT será fiel a su visión y a su proyecto porque él y su base electoral han tachado de la lista de sus preocupaciones a Ucrania.

Por ello, estas voces del sentido común anticipan que DJT buscará una solución negociada rápida con el presidente de Rusia.

Una vez arreglado el problema de Ucrania, EE. UU. pasaría a retirar sus tropas de Europa y se pondría a la tarea de desmantelar la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que nunca DJT fue un admirador.

La enajenación de los gobernantes europeos es mayor que la de sus pares estadounidenses más grillados.

Los militantes del partido de la guerra en el poder en Europa afirman sin sonrojo que los europeos no están cansados del conflicto -a pesar de las amenazas de un impacto económico, incluso, de un colapso, en el continente por culpa de la guerra- y que éste no tiene ningún efecto electoral negativo entre sus electorados.

Los desatinos más disparatados que se escuchan por parte de los líderes europeos del partido de la guerra son “Europa no permitirá que Rusia gane”, “Ucrania está haciendo un gran trabajo haciendo retroceder a Rusia”, “Europa no dejará a Ucrania tirada” o “Europa puede substituir a EE. UU. como apoyo central de Ucrania contra Rusia”.

Éstos afirman, incluso, que, si hiciera falta, “Europa está dispuesta a poner botas militares en suelo ucraniano para combatir a Rusia”.

Macron, París, 26 de febrero de 2024.

En resumen, los halcones en Norteamérica siguen repitiendo que, a pesar de los descalabros ucranianos en el frente de combate, “como Rusia necesita estar en permanente estado de guerra para existir, a EE. UU. le reporta un gran beneficio hacerla sufrir y que se triture lentamente en Ucrania”.

Sólo un profundo sentimiento antirruso de las élites norteamericanas, rayano con el odio étnico, puede explicar este comportamiento tras la desaparición de la Unión Soviética.

Sus equivalentes en Europa los acompañan con afirmaciones de que “los europeos no están fatigados de la guerra en Ucrania” y de que éstos están “dispuestos a reemplazar a EE. UU. contra Rusia”, aunque no cuenten con una base industrial que respalde esa retórica.

El pronóstico de cómo terminará este conflicto para Occidente es sombrío, aunque no se puede descartar que el pánico que se siente en estos momentos provoque acciones que sean aún más irracionales y devastadoras para la humanidad.

 

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