Asomarse a los medios en España ofrece el panorama siguiente: violaciones de mujeres, clima, violaciones de mujeres, más clima, violaciones de mujeres… Es un incansable dar cera, pulir cera que culmina en días como hoy: 38 años de cárcel a los del Arandina (que en el Supremo pueden ponerse en medio siglo) y el anuncio de que Bruselas destinará 100.000 millones de euros para la Transición Climática, dinero que irá de los impuestos a los “planes”.
Con la violencia de género, los partidos han creado una nueva clientela, un nuevo fervor, y una excusa para hacer leyes ideológicas y acogotar a los jueces o, como diría Ruiz-Mateos, “juececillios”.
Con la urgencia del clima consiguen justificar cualquier plan de intervención presupuestaria ante un ciudadano no solo acrítico, sino aterrorizado, culpable y genuflexo.
Estos dos pilares de la propaganda actual, compartidos por el consenso todo, se presentan por separado, cada uno por su lado, como el mencionado tam-tam, y solo algunas personas, a las que bien podríamos llamar “genias” si “genio” no fuera epíceno masculino (más opresión), han conseguido unirlas en una especie de gran combo, de gran pinchito ideológico. Se ha visto en la Cumbre del Clima bajo la protección de Santa Greta. Lo hizo Carmen Calvo: “Las cifras de violencia sexual son insostenibles para el planeta”; y lo hizo, aun mejor, Leire Pajín: “Si el objetivo de igualdad de género no se cumple, el resto de objetivos no se cumplirá. ¿Por qué? Porque las mujeres no somos un sector de la sociedad civil, somos la mitad del planeta”. ¡Genialidad! La mujer no es individuo, ni siquiera ya colectivo, la mujer es planeta. Y la mujer-planeta, como la masa forestal o la capa de ozono nos dice que sólo nos salvaremos si somos iguales, si somos un planeta verde e igual, verdigual.
No mujer individuo, no mujer nacional, mujer global y aún más, para ir a la entraña física y geológica, a la mama de la pachamama, ¡mujer planeta! Nada de florero, eso se acabó: mundo, tierra, lava, pangea, mitad más uno de un planeta que por más tiempo no puede vivir ajeno al hecho de que tiene género.
¡Qué vínculo directo entre la psique de la mujer moderna y urbana y las profundidades lacandonas del planeta y, a la vez, qué manera de capturar lo físico, lo que respira, lo palpitante de la mujer hecha todo! Respiran los bosques, y nos piden, como el niño del vick vaporub, un poquito de ayuda, y respira la mujer-planeta con su ansia de igualdad penetrativa y pluscuamparitaria.
El simbolismo de Pajín, zapaterismo vivo, es importante. Fue pionera de las ministras cuota, y con su discriminación cargó luego hasta las Naciones Unidas, como Bibiana Aído en la ONU, organismos supranacionales (no electos, altas digitaciones) que suministran los conceptos y las grandes corrientes que caen sobre el ciudadano como losas ideológicas incontestables y vienen a ser las ideologías del globalismo económico.
¿Donde se protesta por esos 100.000 millones de euros si la mera crítica es aquí ya “negacionismo” y puede acabar siendo delito de odio mediante legislaciones atroces y una salmuera judicial como la del caso La Manada?
La incorporación de la ideología de género al núcleo de la causa apocalíptica es un paso más hacia el delirio. Si se le añade la migración por clima, el pinchito ideológico sale perfecto: migración, feminismo y calentamiento global, todo insertado a modo de gran banderilla ideológica.