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Blogs Madre no hay más que una por Gema Lendoiro

Lo malo de la nueva juventud es que ya no pertenecemos a ella

Gema Lendoiro el

Es más que probable que usted haya visto con anterioridad esta foto. Lo más seguro que en algún debate en una red social. Hace ya tiempo que fue viral pero el tema de la discusión sigue siendo actual. La foto muestra a un grupo de adolescentes que están en el Rijksmuseum de Ámsterdam. Detrás de ellos está el famoso cuadro de Rembrandt, Ronda de noche y ellos están afanados en leer algo en sus smartphones.

Bien. Esto que acabo de decir es todo cierto:

-Es el Rijksmuseum

-Está en Ámsterdam

-Ese cuadro es de Rembrandt

-El cuadro se llama Ronda de Noche

-Las personas que están en la foto son adolescentes

-Los adolescentes están mirando sus móviles

Sin embargo, si usted rastrea en la web, en los foros de las redes sociales, se encontrará con todo tipo de insultos hacia la gente adolescente. Que qué vergüenza, que qué poco respeto por la cultura, que esta es la clase de juventud que tenemos en España y no como en los países nórdicos (cuando la foto es en Holanda y hay muchas probabilidades, aunque no podemos saberlo, que esos adolescentes son holandeses, porque son casi todos rubios, porque el museo está en Holanda…)

El caso es que no he encontrado en ninguna parte una defensa de los chicos así como la mínima posibilidad de que lo que estén haciendo sea ¡mirar una guía en su smartphone de Rembrandt y su obra!

¿Por qué no?

Yo he visitado la Galería de los Ufizzi con una audio guía mientras iba viendo todo y nadie se escandaliza si digo esto. Bien es verdad que lo hice hace diez años, pero si volviese hoy me llevaría el IPAD y con mis auriculares haría una visita interactiva. ¿Quién dice que estos chicos no están haciendo exactamente esto?

Me molesta el odio hacia el adolescente.

Me molesta que la gente no se tome la molestia (valga la redundancia) de pensar antes de hablar. De ser reflexivos. De dar varias oportunidades a aquello que ven.

Están en un museo, ¿a qué sí? No están en un parque bebiendo litronas. No están en una discoteca bailando metiéndose mano. No están fumando un porro. No están esnifando cocaína. Están en un museo y no sabemos si están leyendo o viendo un vídeo sobre la Holanda del siglo XVII. ¿Por qué no? ¿Quién puede asegurar categóricamente que están mirando su wassap? ¿Todos a la vez?

Luego hay quién dice que bueno, que vale, que puede ser pero que ¡qué pena que no miren el cuadro! Bueno, lo han podido mirar antes o podrán hacerlo después. ¿Verdad?

Estudié historia. Y en la carrera de historia hay muchísimas asignaturas de arte, como es lógico. Antes de iniciar mis maestros a contarnos cómo eran las catedrales góticas nos hablaban de la espiritualidad del medievo, de la concepción de la baja Edad Media frente a la alta y cómo la filosofía había influido en la transición del románico al gótico. El arte necesita un contexto histórico para ser comprendido, recordado. Para no ser una mera repetición de memoria sin entender qué se dice.

Las clases que recibí de doña Clara Fernández-Ladreda o doña Concepción García-Gainza en la Universidad de Navarra fueron tan magistrales que no las he olvidado y han pasado 15 años. Y eran magistrales porque los prolegómenos hablaban de la sociedad, de la política, de la economía…de todo. Es difícil que entre en una catedral y no mire las bóvedas escuchando las palabras de la primera, bastó que nos contara en una clase cómo se expresaba la religiosidad en el medioevo para que entendiéramos aquellas alturas que querían tocar a Dios. No lo leí, no lo estudié. Nos lo contaba y se me quedó grabado. Estaba bien explicado. Todo ello mientras veíamos las famosas diapositivas en la pared. Cuando fui a Florencia recorrí cada una de sus calles con la voz en mi mente de Doña Concepción. También en sus clases se contaban los aspectos del renacimiento para comprender el arte…mientras veíamos las diapositivas.

¿Me pueden decir qué diferencia hay entre eso y lo mismo pero en una vídeo visto a través de un IPAD y, además in situ?

Me imagino a estos adolescentes viendo un vídeo que les está explicando cómo era Holanda en esa época, quizás les estén contando la influencia del claro oscuro de Caravaggio. O a lo mejor les están contando la influencia de Saskia, la mujer del autor del cuadro en su vida. ¡Hay tantas cosas que se pueden estar visualizando en un vídeo antes de ponerse a ver el cuadro!

Sí, están sentados. ¿Y qué? Si usted hace una visita de dos o tres horas en un museo no se sienta? Yo sí.

Es hora de que asumamos que las nuevas tecnologías no son malas por sí mismas. Malo es el mal uso que de ellas podamos hacer. Sin ir más lejos usted está leyendo esto a través de un ordenador, móvil o IPAD. Y puede que después de leer este post le entren ganas de saber más de este autor o de esa época tan prolífica del arte barroco. Y para ello puede seguir los links que le estoy facilitando o buscar por sí mismo.

Las nuevas tecnologías acercan el arte a las personas. No sirven sólo para aislarse. Sí, sí, un libro siempre será un libro. Pero importa más saber que cómo se accede a ese saber. Cada generación sabe más que la anterior. Sí. De lo contrario no hubiéramos avanzado como sociedad. Que tenga usted un primo de 15 años borrico que no sabe escribir no es algo relevante. Los jóvenes de ese vergonzoso programa llamado Hombres, mujeres y viceversa de Telecinco (por poner un ejemplo) no son la representación de todos los jóvenes españoles. También hay adolescentes y jóvenes que estudian, que leen, que van a museos, que saben quién es Cervantes o Rembrandt.

Y sí, muchos tienen incorporadas a sus vidas y enseñanzas un IPAD. ¿Y qué? También hace 15 años el CD-Room enseñaba muchas cosas y se regalaba con los periódicos, ¿no se acuerdan? Lo que me gustaría es que reflexionásemos sobre cómo nos lanzamos a especular sin tener datos, cómo se ha puesto de moda cargar contra los adolescentes que dentro de 10 años serán el grueso de la población activa y dentro de 30 los que paguen mi pensión, la suya…Pero sobre todo que nos pongamos como objetivo, antes de emitir un juicio, valorar todos los posibles aspectos de esa situación. ¿No les parece?

Como decía Salvador Dalí: “lo malo de la nueva juventud es que ya no pertenecemos a ella”

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