Tenía pendiente resumirles un interesante viaje a Irlanda en el que lo más destacado fue la visita a un clásico de Dublín como L’ECRIVAIN, aunque también tuve experiencias gastronómicas reseñables en la ciudad portuaria de Wexford y en el principal puerto pesquero del sur de la isla, Kilmore. Con tiempo, por supuesto, para unas pintas de Guiness bien tiradas en el mítico pub O’DONOGHUES. Visitas también a algunos mataderos de carne, a explotaciones ganaderas y a factorías de pescado que envían buena parte de lo que pescan a España. Les cuento.
L’ECRIVAIN. Todo un clásico de Dublín. Cocina Derry Clarke, que este verano estará en Gijón en el festival Arco Atlántico, y tiene una estrella Michelin. Un sitio muy acogedor, con impecable servicio de sala (aunque el ritmo de cocina resulta algo lento) e interesante carta de vinos que maneja la sumiller Martina Delaney. Hay en su bodega buena presencia española, especialmente en generosos, donde ofrecen toda la gama de Fernando de Castilla, desde la manzanilla hasta el PX pasando por el fino, el palo cortado, el oloroso, el amontillado…
La cocina de Clarke es clásica, muy académica y con buena técnica, sobria, correcta, sin sorpresas. Además de la carta tiene un menú degustación por 75 euros, que con vinos sube a 125, y 12 más si se opta por un plato de quesos artesanos europeos. Antes de cenar, un aperitivo en el bar de la planta baja, picando ya algunos snacks. Una vez en el comedor, buen comienzo con una agradable sopa de cebolla con ravioli de queso. Le sigue una caballa frita, en un punto impecable, bien jugosa, con puré de avellana, hinojo y manzana. Si se opta por el menú con vinos, este buen plato se acompaña con un godello Luna de Beberide 2013.
Academicismo puro en el plato de foie gras, una pieza en fresco, a la plancha, otra mi cuit, bien contrapesadas ambas con cerezas y leche de almendras. Tras el foie se corta el menú con un sorbete de jengibre para cambiar el sabor. Un concepto muy de los años 80 que en España prácticamente ha desaparecido pero que se mantiene con fuerza en muchos lugares de Europa. Da paso a un buen plato de pechugas de pato con avellanas, calabaza y bayas.
Dos postres, uno de jengibre y pera en distintas texturas, y otro de chocolate y leche con caramelo, helado de vainilla y “rice puding”. Para este segundo, el vino sugerido en el menú es el PX de Fernando de Castilla. Para beber, bien asesorados por la sumiller, un riesling de George Breuer y un borgoña, el Domaine Borgnat 2011. Buena sensación general aunque, como les decía antes, todo sin sorpresas.
O’DONOGHUES. Muy cerquita de L’Ecrivain está este pub, uno de los más conocidos de Dublín, por el que no pasa el tiempo. Así que antes de la cena es muy recomendable pasar por allí, sentarse en algunos de los espacios que hay tras la barra y tomarse tranquilamente unas pintas de Guiness bien tiradas.
THE YARD. Una de las escasas opciones en la floja oferta gastronómica de la ciudad portuaria de Wexford. Un sitio simplemente correcto, con una carta muy centrada en los productos del mar. Entre lo mejor de su carta, una ensalada de cangrejo y unas vieiras muy frescas a las que sobraba una especie de risotto que las acompañaba. Las vieiras abundan en esa zona de Irlanda. Desde allí se exportan a todo el mundo, España incluida. Interesante también el surtido de buenos quesos irlandeses. Carta de vinos muy floja, mucho mejor dedicarse a la cerveza. Prueben una local que se llama Jack Doyle’s, especialmente la negra.
MARY BARRY’S. Entre pub y bar, especializado en pescado, este es un buen restaurante tradicional de Kilmore, el principal puerto pesquero del sur de Irlanda, desde donde sale una gran cantidad de marisco y de pescado hacia España, sobre todo rape, merluza y buey de mar. Decoración muy típica en madera y una carta de platos populares, lógicamente en torno al pescado.
Imprescindible la tradicional sopa de marisco (“seafood chowder”), que acompañan con pan con mantequilla. Cargadita de nata, como es habitual en Irlanda, pero muy rica, con ese toque ligeramente picante. De segundo me fui a lo que se anuncia en la carta como ensalada de bogavante. Una pieza entera, cocida, abierta por la mitad y servida sobre algo de lechuga. El bicho, pescado en la zona, era de buena calidad. También aquí es mejor dedicarse a a las pintas de cerveza. Tienen la Smithwicks tostada, una más de las buenas cervezas irlandesas, que van mucho más allá de la Guiness, aunque esta sea la referencia.
WRIGHTS OF HOWTH. Una tienda imprescindible en el aeropuerto de Dublín, antes de embarcar de regreso a España. Tiene fama de elaborar el mejor salmón ahumado de Irlanda, un país donde el nivel en este apartado está muy alto. Vale la pena traerse alguna pieza.
CARNE Y PESCADO IRLANDÉS. Como les he contado, Irlanda exporta una gran cantidad de pescado a España. No es un país especialmente consumidor y cuenta con amplios cupos para poder enviar a otros países. Nosotros somos algunos de sus principales compradores. Sobre todo de rape, merluza y gallo. De este último pescado envían a España el cien por cien de lo que pescan. De marisco, especialmente buey de mar, cigalas, nécoras, centollas y navajas.
En cuanto a la carne, la de vacuno irlandesa es conocida por su excelente calidad. Esa carne, especialmente la de bueyes jóvenes de raza angus, se vende desde hace más de 25 años en España, aunque es poco conocida por el consumidor final. Se trata de una carne roja de mucho sabor de animales adultos, criados en extensivo, en pequeñas granjas familiares. Pude visitar algunas de esas granjas y un matadero, el que trabaja para El Corte Inglés bajo la marca El Chef Irlandés, con distintos cortes de esos bueyes: chuleta, solomillo, cadera, rabo…
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