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Blogs framework por Ignacio Gil y Rocio Gayarre

En Palestina el precio lo están pagando los civiles

Wasim Al Naser (Siria – Palestina)

Ignacio Gilel

“Soy palestino de sangre, mis padres son palestinos, pero como nací y me crie en Siria – en un barrio de refugiados- me considero sirio. El trato de los sirios a los palestinos siempre fue bueno, no nos discriminaban, no es la tierra de mis padres o mis abuelos, pero si es la mía. Me sentía uno más, no me sentía tan diferente”.  Wasim tiene 39 años y treinta y siete de ellos ha sido apátrida. Cuando habla de refugio sabe de lo que habla. “Cuando hui de la guerra me convertí en refugiado por segunda vez”. 

Estudió Filología inglesa y terminó sus estudios en Inglaterra. Volvió a Siria, donde trabajo como profesor de inglés, con una buena carrera profesional por delante. Se implicó activamente en los levantamientos de la Primavera Árabe. “Pedíamos lo mismo que pedían los egipcios: libertad, justicia para todos e igualdad. Al participar en este movimiento, mi identidad siria se manifestó más. Tengo sentimientos y empatía por los palestinos, cómo no, pero realmente me sentía sirio, mis compañeros de escuela y de universidad, eran todos sirios. Vivíamos bajo una dictadura brutal, por lo que vivimos un momento de ilusión contagiosa, alimentando la esperanza de cambiar el país. La respuesta del régimen fue salvaje.   Estuve en las protestas y aunque salí ileso, fui testigo de matanzas, torturas y detenciones. Me considero afortunado por seguir vivo, pero me vi obligado a huir”. 

Soñaba con vivir en democracia y libertad, “acariciamos ese sueño, pero tras las protestas se alejó más aún y en su lugar llegaron el genocidio y una cruenta guerra civil”. Salió rumbo a Turquía donde vivió dos años y logró empezar de cero y salir adelante con cierto éxito. “Pero era ilegal y todo era precario. Ahorré y esperé la oportunidad para salir a otro país europeo. A Siria no podía volver, eso estaba claro. En 2014 llegué a España. Tras pasar seis meses en un centro de refugiados, obtuve el permiso de trabajo y aprendí el idioma”. Los trámites legales y administrativos han sido complicados y frustrantes, pero luchó por superar los obstáculos. Lleva seis años trabajando en una empresa y ya ha obtenido la nacionalidad. “Considero España mi país, estoy feliz”. 

Ha encontrado estabilidad, seguridad y nuevas oportunidades, “un sitio que puedo llamar mi casa y un país que puedo llamar el mío, es la primera vez en mi vida que he podido votar. Me hizo mucha ilusión, es un privilegio del que no gozan ni los sirios ni los palestinos”.

Le conmueve la fragilidad de la vida en Palestina. “Como he vivido una guerra, cuando veo las imágenes de lo que están sufriendo los palestinos en Gaza, se por lo que están pasando. Es mi pueblo, es mi sangre, es la tierra de mis padres y mis abuelos. Me da una enorme tristeza. Pero por desgracia, no veo una solución para Gaza. Creo que el único camino es la paz, pero a corto plazo no lo veo. En los últimos años los gobiernos israelíes son muy radicales y no quieren la paz, pero también en la parte palestina, Hamas es el poder exclusivo, es un movimiento que tiene relación y apoyo de Irán, la resistencia está en manos de Hamas y no es una buena opción para los palestinos, ellos deben resistir, pero con inteligencia e integridad”. Es un tema demasiado complejo. Afirma que la solución para cualquier conflicto debe ser una paz alcanzada tras concesiones por ambas partes y un proceso de perdón. Opina que Israel actúa con impunidad y sin ninguna responsabilidad moral. “En estos 75 años diría que cada vez los palestinos tienen menos derechos, eso no puede ser, tener la fuerza no te da legitimidad para matar a civiles”.

Le duele volver a ver lo que vio en Siria, “doce años de guerra y destrucción brutales y ves otra guerra, otra vez las mismas escenas de terror y crisis humanitaria. Parece que el mundo no aprende, todavía hay masacres y genocidios y las personas inocentes están pagando el precio más alto”. Sueña con un mundo mejor, donde paren las guerras, “también la de Siria. No pierdo la esperanza de ver caer el régimen de Bashar Al Assad, y que, por fin, sea un país democrático donde la gente viva en libertad, con dignidad y justicia. Es lo que soñé para mí, es por lo que luché y es lo que deseo a tantos países donde los derechos humanos se ven aplastados, como en Yemen, en Sudán, en Irak, y tantos otros pueblos, todos merecen la paz”.

Al año nuevo, como ciudadano del mundo, le pide el final de esta guerra macabra. “Seas quien seas, enarboles la bandera que enarboles, si matas civiles, eres un terrorista. Lo he visto en Siria, lo veo ahora en Palestina. La población civil no puede bajo ningún concepto ser blanco en las guerras, y esta premisa no admite excepciones. ¡Siria libre! ¡Palestina libre!”. 

Rocío Gayarre

 

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