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Blogs framework por Ignacio Gil y Rocio Gayarre

Con los ojos en las estrellas y los pies en el suelo

Susana Rodríguez Gacio (medallista paraolímpica de triatlón adaptado y médica)

Ignacio Gilel

Susana nació con albinismo y una patología del nervio óptico. El primer deporte que aprendió fue la natación. “Mis abuelos paternos, como mucha gente en Galicia, emigraron a Argentina, mi padre fue con 3 años, para buscar un futuro mejor y ahí estudió medicina. Por parte de mi madre, mi abuelo trabajaba en una canteira y en el campo. Mi madre fue la primera de su zona en estudiar, estudió magisterio. No tuvieron oportunidades de conocer el deporte. Por eso valoro tanto que no solo no me impidiesen dedicarme a ello si no que me apoyaran en conocer los deportes, al final no es fácil meterse en este mundillo y menos al nivel que estoy ahora. Me siento muy afortunada por haber tenido oportunidades”. 

En su caso, la discapacidad visual severa ha sido un reto y lo ha convertido de alguna manera en una oportunidad. “De muy pequeña ya sabía que yo veía muy poco y que tenía que pedir ayuda. También sabía, porque me lo enseñaron a contestar, que era albina, yo sabía la frase, pero no realmente la implicación. El caso es que lo vivía sin cuestionarlo mucho, con cierta naturalidad. Más adelante, en la adolescencia, si era doloroso que te dijeran algo por ser diferente. Entonces el deporte me ha ayudado mucho, yo soy bastante tímida, al final tienes que salir, viajar, relacionarte con muchas personas”.

El oro en los juegos de Tokio fue sin duda su mayor logro deportivo. Pero no el único. En su palmarés brillan 5 oros más en los mundiales, cuatro en los europeos, y otras tantas medallas de plata y bronce. Cierra este año estrenando nuevo galardón, el Premio Nacional del Deporte. Pero Susana Rodríguez Gacio, viguesa de 35 años, es mucho más que sus medallas y distinciones. En ese metro sesenta y cuatro de altura y en esos 53 kilos caben una fuerza de voluntad de hierro, una tenacidad implacable, una disciplina férrea y una constancia extraordinaria.

Otro hito en su trayectoria ha sido ser portada de la revista Time en el 2021, reconociendo su excelencia deportiva pero también su carrera como médica y su labor en la lucha contra el COVID-19.  Ser portada de la revista más importante del mundo, es de por si una revolución y el impacto mediático posterior, un tsunami. Pero tampoco le ha cambiado. Sigue siendo la misma, gallega hasta la médula, enfocada, esforzada, un poco tímida, muy auténtica y cabezota.

“La medalla de los juegos está por encima de todo. Era mi sueño desde pequeña, que jugaba con mi hermana, en la terraza de casa a los juegos olímpicos. Cuando fueron los de Sydney del 2000, yo tenía 12 años y un día cenando en casa los cuatro – me acuerdo como si fuera ayer – les dije que de mayor quería ir a los juegos olímpicos. Entonces no tenía idea de la magnitud de lo que estaba diciendo y pensando, ni lo que costaba llegar hasta ahí”. 

Llegó al paratriatlón por casualidad. “Había hecho natación y atletismo y destacaba como velocista. En 2008 tenía la marca mínima para ir a los juegos paralímpicos de Pekín, para España había 6 plazas y éramos 7. Por criterios técnicos, me tocó a mi quedarme en casa, para mi en ese momento fue algo muy doloroso, porque yo había conseguido la marca que hacía falta, yo había dirigido mi vida a conseguir ir a los juegos. Fue un jarro de agua fría, una frustración brutal”. Se replanteó todo. Dejó de entrenar y se fue a Santiago a estudiar medicina. “Visto en perspectiva y a la distancia, se cerró una puerta, pero se abrió otra”. 

Fue en esta nueva etapa donde descubrió su deporte y su pasión. “No sabía que existía, me metí en la web para ver otra cosa. Primero en el 2010 hice una carrera de dúatlon, con un tándem prestado y con Iris como guía, ninguna de las dos estábamos en nuestra mejor forma, pero al acabar la carrera y cruzar la meta, me di cuenta cuanto había disfrutado”. El próximo reto fue hacer una carrera de triatlón en Madrid ese mismo verano. El deporte en la modalidad femenina estaba empezando y Susana supo ver la oportunidad.

Se incluyó por primera vez el deporte en los juegos de Río de 2016. “Cada vez me fui poniendo objetivos más duros. Y gané el mundial. De ese mundial éramos unos 120 deportistas, debemos quedar compitiendo 6 o 7 solamente. Nos fuimos adaptando a las subidas de nivel que fue habiendo, al final cuando las cosas cambian tanto, lo fácil es abandonar”. Pero ella nunca. 

“En la vida como en el deporte hay que tener metas, tienes que levantarte todos los días con algo entre manos, con una ambición. Las metas te las tienes que poner tu y te tienen que hacer ilusión a ti. Si no, no sirven”.  Tener una discapacidad puede dar lugar a una determinada manera de afrontar la vida. “Tienes que buscar la manera de superar obstáculos. En mi caso sí que ha influido en mi manera de afrontar las cosas, pero no tiene que ser siempre así”. A los niños con albinismo les aconsejaría que intentaran todas las cosas que les apetezca hacer, para ver de lo que son capaces. “Las cosas hay que vivirlas para sentirlas”. 

Arranca el 2024, año olímpico. ¿Hemos visto ya a la mejor Susana Rodríguez? Contesta con rapidez y contundencia. “¡No! Yo me sigo marcando metas nuevas. He sido campeona paralímpica y no sé si lo volveré a ser o no. Pero espero que en París pueda nadar, hacer bici y correr más rápido y más fuerte que en Tokio”.  Ha aprendido más de sus errores que de sus éxitos. “Un error o una frustración es un motivo más poderoso para continuar. A veces cuando todo sale bien, cuesta más buscar el siguiente objetivo”. Susana sueña alto y nos recuerda a los versos de Rosalía de Castro: Mas yo prosigo soñando…Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños, Sin ellos, ¿Cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?

Rocío Gayarre

 

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