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Blogs framework por Ignacio Gil y Rocio Gayarre

Refusión Delivery, donde los ingredientes son la resiliencia, la ilusión y la esperanza

Hala (Siria), Ahmed (Sudán) y Yoli (Venezuela)

Ignacio Gilel

En la cocina se fabrican sabores, sensaciones, texturas, colores y emociones. En todas. Pero la cocina de Refusión Delivery tiene algo más. Almacena sueños, los de Yoli, de Venezuela, Ahmed de Sudán y Hala de Siria, todos ellos refugiados. Recorremos la carta de este singular restaurante del madrileño barrio de Valdeacederas, donde conviven arepas, patacones y tequeños con hummus, tabulé y baklava,  y descubrimos una explosión armoniosa de sabores de oriente y occidente, del norte y del sur.

La batuta la llevan Elena y Thomas y tres colaboradores más,  quienes han apostado por esta iniciativa social que impulsa el espíritu emprendedor de chefs refugiados utilizando la comida como lenguaje universal. “Es un negocio donde los protagonistas son personas refugiadas. A través de la cocina podremos conocer los sabores, las costumbres y las tradiciones de sus países de origen”.

Yoli lleva casi dos años en España. Amenazaron de muerte a su hijo, por lo que huyó apresuradamente sin siquiera pensar que metía en la maleta. “Llegas y tienes que resolver. A cocinar aprendí en casa pues vengo de una familia grande. Me he tenido que volver muy creativa, reinventarme como recién llegada. Soy ingeniero de profesión. Entonces este tema de movimientos y tiempos, de poner las cosas en orden, en blanco y negro lo llevo aprendido, y cocinando lo estoy poniendo en práctica”.

En Venezuela ha visto mucha hambre. “Soy exagerada con el ahorro cuando cocino. La crisis en Venezuela te hace ser austera y también he aprendido a quimiquear,  a mezclar cosas. Aquí cada uno aporta su talento y creatividad”.

Hala es la más joven y la que lleva más tiempo en España, seis años ya. Estudiaba Bellas Artes en Siria. Confiesa que cuando llegó, no sabía mucho de cocina, pero regentó con su familia un restaurante en el que aprendió todos los trucos y recetas originales de su madre, Lobaba. “Cada día es un reto. Frente a los fogones puedo desarrollar mi talento artístico”.  Al emplatar la comida, le da rienda suelta a su creatividad y coloca los alimentos con un sentido del color y de las proporciones excepcional. Hala lo tiene claro, “la cocina también es arte”. Aporta al equipo su seguridad y su frescura. Aunque le gustaría volver a su país, está a gusto en España donde quiere continuar con sus estudios. Lucha por poder ayudar a los demás y vive con los pies en la tierra, trabajando duro, pero soñando con proyectos que emprender.

Ahmed es de Jartum, Sudán. Hace 4 años que salió de allí rumbo a España con un pasaporte falso perseguido por ser homosexual. Se hartó de llorar y secó sus lágrimas con dos pasiones: la música y la cocina. Trabajó en un restaurante en Jartum pero sobre todo aprendió a cocinar con su madre. Le encanta cantar y bailar y su sueño es poder traerse a España a su madre, la persona más importante de su vida. Es un sueño hecho realidad. “Lo que más me gusta de trabajar aquí es que no soy un mero empleado, sino que soy parte del proyecto. Trabajamos en equipo, todo lo hacemos juntos. La implicación personal de cada uno es fundamental para que esto funcione”. Es el más audaz de los tres cocineros.

“La sociedad juega un papel crucial a la hora de lograr la acogida y la integración óptima de las personas refugiadas y la gastronomía es un poderoso aliado. Este proyecto ofrece estabilidad ocupacional y económica a la personas refugiadas para favorecer su integración plena y que puedan seguir desarrollando sus carreras profesionales en nuestro país” explica Elena. Cocina auténtica y riquísima con el valor añadido de su función de integración social. Un imprescindible en esta ciudad cada vez más comprometida y solidaria.

Rocío Gayarre

 

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