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Blogs framework por Ignacio Gil y Rocio Gayarre

La violencia contra las mujeres va más allá del ruido de las balas

Yvette Mushigo (República Democrática del Congo)

Ignacio Gilel

Yvette Mushigo, activista y jurista congoleña, es coordinadora de la red de asociaciones Synergie des Femmes pour la Paix et la Réconciliation (SPR), organismo con sede en Bukavu que aglutina el trabajo por la paz y reconciliación en su región.  Es una de las zonas más castigadas por la violencia, pero donde a la vez brota la esperanza, la que crean cada día estos hombres y mujeres que trabajan por una paz tangible. 

Le han concedido el premio Mundo Negro de la Fraternidad, reconocimiento que aclara no ha recibido en su propio nombre si no en el de las mujeres a las que representa. “De ellas destaco su enorme coraje”. Trabaja en un contexto de conflicto permanente con la presencia de grupos armados, lo cual complica mucho su trabajo. “Para llegar a donde realmente hay más necesidad tenemos que recorrer muchos kilómetros en este contexto tan difícil. Pero no hay otra forma que estar ahí con ellas, trabajando codo a codo. Necesitan más de lo que podemos ofrecerles”. Y ese es el motor de su trabajo.

“En este contexto nos damos cuenta de que las principales víctimas son las mujeres y niños, tanto en el desplazamiento como en la violencia sexual. No se pueden quedar en el perfil de víctimas, sino que tienen que ser agentes del cambio. Tienen que levantar la voz y exigir que se cumplan los derechos que las protegen y empoderan”.

Y con esta misión casi utópica de construir un mundo mejor sobre la base de la paz y la reconciliación en una de las regiones más violentas del continente, promueve la creación de herramientas útiles para llegar a las mujeres que se encuentran en las zonas de más difícil acceso. 

A nivel local son las mujeres las que sufren más violencia, no solo la evidente del conflicto armado, hay otras muchas violencias relacionadas con el sistema patriarcal que se impone. Las mujeres quieren la paz, empezando por el nivel más cercano, el del ámbito doméstico y familiar. “La violencia va más allá del ruido de las balas. Hay prácticas discriminatorias que impiden que las mujeres hablen y que exijan sus derechos. Y nuestro trabajo es darles el apoyo necesario para que rompan su silencio y que así sean ejemplo para otras mujeres.” Habla de mujeres maltratadas y asesinadas o de mujeres acusadas de brujería y quemadas vivas, y de todas aquellas mujeres que a pesar de la falta de recursos no se rinden y se unen para buscar soluciones y provocar cambios.

Yvette transmite una serenidad reposada acompañada de una fortaleza sabia. “Desde muy joven tenía mucho sentido de la justicia. Primero estudié pedagogía”.  La igualdad y la justicia social son sus banderas. “Trabajé con los niños, para acercarles a estos valores de justicia e igualdad.  Luego estudié Derecho, creía que desde ahí podía apoyar a la gente más necesitada. Sin embargo, Las instituciones judiciales de mi país me decepcionaron. Busque la justicia de proximidad, con y para la gente”.

Ha vivido la guerra en directo. “Desde pequeña tengo recuerdos de guerra, de caminar durante días, de todo el caos, la destrucción y la escasez. Y las olas de personas desplazas. Viví de cerca el horror de los niños que perdían a sus familias y se amparaban en grupos armados o les secuestraban”. Explica que para sanar a estos niños hay que realizar un trabajo profundo de acompañamiento psicológico, pero al mismo tiempo, hay que formales para la integración en la sociedad. “Piensa que son niños que han cometido actos muy violentos en el tiempo que han permanecido en los grupos armados. Hay que sanar esas heridas también. Esos niños han violado y atacado a la población donde luego tienen que integrarse de nuevo”.

La integración también pasa por el perdón. “Es muy duro, pero he visto hasta qué punto las personas tienen una capacidad increíble de resiliencia. Se da la situación de convivencia de víctimas y sus verdugos. Necesitan un acompañamiento, pero ciertas zonas son inaccesibles. Podemos imaginar el sufrimiento de estas mujeres. Solo llegamos a unas pocas y el esfuerzo es enorme. Pero merece la pena. Vemos las circunstancias que han sobrevivido. Cada día nos dan una lección de esperanza. Nos demuestran su coraje para salir adelante a pesar el contexto de pobreza económica, a pesar de la discriminación y de la violencia. Creo en esas mujeres que carecen de recursos y en cambio ahí están, no se rinden. Saben sacar lo mejor de sí mismas. Ellas son el motor de cambio”. 

Rocío Gayarre

 

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