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Blogs framework por Ignacio Gil y Rocio Gayarre

“Es más fuerte la necesidad que el miedo a la muerte”

Serigne Mubaye (Senegal)

Ignacio Gilel

“El mar nos daba la vida. La pesca era abundante. Era muy feliz.” Nos cuenta Serigne Mbaye, pescador senegalés, quien hace más de una década se vio obligado a dejarlo todo y subirse a una patera, junto a 94 personas más y echarse al mar huyendo del cambio climático y sus efectos devastadores. “Las estaciones se volvieron impredecibles y la tierra se secó. En el mar salíamos un día y otro y regresábamos a casa con las redes vacías. ¿Por qué? Los barcos grandes arrastraban sus redes hasta la costa, vaciaban el mar de peces y a cambio dejaban un rastro de polución”. Así se desató lo que se conoció como la “crisis de las pateras” eran los años 2006 y 2007. “No teníamos elección. Era mejor arriesgar nuestras vidas en el mar si había algo de esperanza que quedarnos y morir de hambre.” Más fuerte es la necesidad que el miedo.

Los siete días que duró la travesía fueron una eternidad. El hacinamiento, el pánico, los vómitos, los llantos y las peleas, les acompañaron todo el trayecto mientras las olas amenazaban con volcar la barca. “Lo más duro fue cuando un hombre de nuestra barca cayó al mar. Quisimos rescatarle pero no lo conseguimos. La sensación de culpa que te queda, de ser responsable de esa muerte, no se supera. Y ver la muerte tan cerca te paraliza el corazón, algo se muere dentro de ti. Encontrarse con restos de otras pateras y cadáveres flotando en el mar son imágenes que se te quedan grabadas en la retina para siempre”.

Dejó a sus tres hijos, a sus padres y hermanos. “Vine sin que se enterase su familia. Sin miedo y sin tristeza. Con lo puesto. La travesía fue un infierno. Y la sorpresa final al llegar, la dificultad de demostrar ser refugiado climático y convertirte en un sin papeles y no poder trabajar. Eso no se cuenta allá”.

Mientras intentaba regularizar su estatus legal vivió de la “manta”.  “No he tenido que dormir nunca en la calle pero si en una casa abandonada. La manta no da. A veces se pasa hambre. Es un círculo vicioso porque si no tienes papeles no puedes salir de la calle. Y cada día lo comienzas sabiendo que te pueden detener y requisar la mercancía. Creo que he dormido en todas las comisarías de Madrid, en casi todas. Pasas tres días detenido, pero al salir de ahí, no te queda otra. Vuelves a comprar y vuelves a la manta”.

En cuanto  mejoró su español se le abrió el abanico de oportunidades laborales. “La gente fue solidaria conmigo. Me movía mucho y me fui formando. Me ocupaba en estar ocupado y eso me ayudó bastante. Empecé a cuidar a mayores. Demostré que era responsable y trabajador. Al integrarme con sus familias, pude empezar a salir adelante”.

“Soy refugiado climático. No creo en las categorías de personas. Clasificar a las personas es una trampa. Tu puedes comprar tu billete para viajar a Senegal, pero al revés no es posible. Parece que la gente que ha nacido en el Sur no tiene los mismos derechos que la gente nacida en el Norte”. Serigne reivindica que si las mercancías no tienen fronteras, por qué las personas si. “Hay una política súper maquillada que impide que el africano pueda entrar en Europa de manera legal con visado, mientras, sufrimos las consecuencias de la explotación de nuestros recursos y de la contaminación. Estamos condenados a la pobreza. Somos pobres por el deterioro del medioambiente, somos pobres porque los recursos han desaparecido y por las guerras que estallan. Somos pobres por la corrupción de nuestros gobernantes”.

Jamás querría que nadie viviera lo que ha vivido él. “Nadie tiene que viajar en patera.  Morir ahogado es atroz”. Europa parece que no entiende  la desesperación que sienten los refugiados para llegar a arriesgar sus vidas de esta manera en el mar. Serigne no para, tiene ilusiones y metas, quiere seguir luchando por su continente convulso. “Siempre llevamos África en nuestra cabeza y en nuestro corazón. El cambio pasa por la educación”. Procura ayudar a los que llegan ahora. “Llegan tan perdidos. No paro, mis días libres los dedico a los demás. Yo viví lo difícil que es empezar de cero. Me siento responsable ahora y siento en deber de ayudarles”.

Rocío Gayarre

 

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