Jon Oleaga el 09 jul, 2013 Cuando hablamos de cámaras de fotos, todo lo nos viene a la mente son megapíxeles, pantalla, batería, tarjeta de memoria… Nadie se acuerda que éstas son características de las cámaras que prácticamente no existían hace menos de diez años. Lo único importante era cuánto carrete nos quedaba. Aunque la carrera tecnológica en las cámaras fotográficas digitales parece no tener fin, ha comenzado una tendencia a volver a lo tradicional, a la simplicidad de sólo presionar un botón y “correr” el carrete. Técnicas fotográficas como la lomografía, se están haciendo un hueco en el mercado por el acabado artístico que tienen las fotografías. En el caso de que el resultado que obtenemos con las cámaras analógicas fuera peor que con las digitales, yo sería el primero que vería absurdo su uso, pero las imágenes resultantes son de muy buena calidad y permite hacer cosas que la cámara digital simplemente no puede hacer. Recientemente he estado probando una Lomographic Baby Fusheye 110, la cámara más sencilla del mundo, compacta, ligera, sólo tiene un botón y una rueda para correr el carrete, casi parece una cámara de juguete. No hay que preocuparse de nada, mirar y disparar, eso sí, sólo tienes 24 fotos, pero permite hacer cosas como la multiexposición de manera manual, encima del mismo fotograba que hemos usado o moverlo unos milímetros. Además, la sensación de ir a revelar el carrete y llevarse la sorpresa de ver lo que ha salido, no tiene igual. Yo no digo que nos deshagamos de las cámaras digitales, si no que tener una cámara lomográfica como segunda cámara puede ser realmente divertido. Otros temas Comentarios Jon Oleaga el 09 jul, 2013