El titular puede que despiste un poco, claro que todos seremos programadores en diez años, pero en gran parte ocurrirá por la democratización tecnológica que vivimos. Por usar una analogía absurda, será algo parecido a programar un video VHS hace 20 años, una tarea un tanto compleja que no todo el mundo era capaz de ejecutar.
En un futuro cercano, no nos vamos a encontrar con un video VHS, pero sí cada vez con más tecnología, más usable, pero al mismo tiempo más compleja. La inteligencia artificial y los asistentes virtuales, que prácticamente son una realidad, ofrecerán grandes posibilidades a quien sepa manejarlos. Al igual que lo hacen internet y el teléfono móvil en la actualidad.
Está ocurriendo en muchos sectores. El marketing, por ejemplo, se está volviendo cada vez en una profesión más técnica. Ya no se trata de crear campañas o entender al consumidor, la intuición ha muerto, sino de interpretar el big data, o la información del cliente, y saber cómo funcionan las herramientas de clusterización de datos, y las herramientas entorno a ello, para anticiparnos a los deseos de los compradores. Y, por supuesto, el HTML, o el código de una página web no debería de ser un secreto para nadie. Lo mismo ocurre con prácticamente todas las profesiones donde conocer la tecnología aplicable al trabajo será indispensable. Algo tan imperdonable, hoy en día, como no saber utilizar un teléfono móvil.
La programación más básica, o la llamada programación lógica, lo que muchos niños empiezan a estudiar en la escuela desde hace unos escasos años, será indispensable en un futuro cercano. Se trata una forma de pensar diferente, formada sobre diagramas de flujo, conectores y condiciones que nos permitirán programar las máquinas y el software del futuro. Garner tiene razón, el 40% de las tareas actuales en el trabajo estarán automatizadas en unos pocos años, y el cometido de un trabajador escalará a un nivel superior.
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