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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Intriga y moralidad

Víctor del Árbol concluye con 'El tiempo de las fieras', un thriller que entrelaza crimen y poder, explorando la moralidad de sus personajes en un contexto de intriga.

Pablo Delgadoel

Un año después de su última publicación Nadie en esta tierra (Destino), el autor catalán Víctor del Árbol (Barcelona, 1968) cierra el círculo con El tiempo de las fieras (Destino), continuación y cierre de la anterior novela. Dos thrillers que pueden perfectamente englobarse en una sola historia, por lo que recomiendo si no se ha leído Nadie en esta tierra mejor hacerlo antes, para sacarle todo el jugo policiaco a El tiempo de la fieras. Se podría leer de forma independiente, sí, pero habrá momentos como en la presentación de personajes que el lector puede encontrarse algo perdido si no se conoce la figura del sicario, de Julian Leal, de Virginia Ortíz o del subinspector Soria.

En la ultima novela del Árbol nos sitúa en Lanzarote, Soria es el policía que está a las puertas de la jubilación pero es desterrado por los suyos hasta la isla, dónde deberá pasar los últimos años de su carrera. Lo que no puede imaginar, ni él ni nadie, es que la investigación del caso del atropello de una joven de diecinueve años originaria de Europa del Este va a desenmascarar una trama de crimen y poder en varias ciudades europeas. En una espiral de intriga que no da tregua al lector, conoceremos desde las razones íntimas de unos personajes creados con una gran fuerza narrativa, hasta los altos intereses económicos que mueven las piezas de un puzzle que se va formando poco a poco.

Una historia trepidante, audaz, llena de giros de los que el lector queda totalmente artapado por la genial y magnífica estructura narrativa utilizada por el autor, todo un especialista en mantener la atención y la tensión de la trama en todo su conjunto, llegando así a que el lector le cueste despegarse de cada una de sus páginas.

Con este último título cierra el circulo que empezó en Galicia con Nadie en esta tierra para terminar en una isla como Lanzarote, en donde se encuentran el heroísmo de unos personajes que son todos y cada uno figuras principales y esenciales de la historia. El sicario que es una sombra que deambula por la historia y que contamina como una gota de aceite de motor usado todo aquello a lo que se acerca. Julian Leal que desde su situación crítica toma decisiones en las que descubre otra forma de heroísmo. Soria que busca esa tranquilidad que no le llega y Virginia Ortíz que se encuentra de nuevo en una situación comprometida de la que tiene que salir airosa como sea, todo ello bajo la atenta mirada de su padre, un magnate de los negocios sin escrúpulo alguno.

Victor del Árbol convierte la literatura en un sueño interminable, porque no solo sabe de lo que escribe (trabajó entre los años 1992 y 2012 como Mosso d’escuadra y además ha sido Premio Nadal de Novela 2016 con La víspera de casi todo) sino porque pone al lector en la tesitura del planteamiento de un dilema moral en el sentido de qué harían ellos en esas circunstancias a las que se enfrenta cada uno de los personajes. Personajes con pequeños conflictos morales que reflejan aquellos que puedan tener también los propios lectores en sus vidas.

Unas figuras que son unos narcisistas patológicos que controlan el poder y en la novela desde cualquier sitio y en cualquier momento y con cualquiera puede pasar algo extraordinario, sin ser necesario que la acción ocurra en lugares recónditos, ni que sean grandes historias y acontecimientos, sino que en lo pequeño está lo grande, es lo que caracteriza este gran thriller policiaco.

Una novela cargada de policromía y una fuerza que va traslandando al lector desde Barcelona a Guadalajara (México) en los años 70, por ejemplo, unificando así una serie de vidas, épocas y lugares que aparentemente son inconexos entre sí pero que al final tienen algo en común. No solo por el decorado en donde se producen las diversas acciones sino también porque los personajes actúan como fichas de dominó, personas normales y corrientes que cada uno tiene sus demonios interiores. Demonios que vienen de algún sitio ya sea de un trauma o de una cicatriz que no termina de cerrarse, de alguna manera esas cicatrices condicionan su forma de pensar y de actuar en un sentido o en otro, creando en los personajes una dicotomía entre lo que piensan y lo que sienten para luego acabar actuando de una manera concreta.

Una novela en donde los colaboradores son necesarios, por lo que cobran gran protagonismo, es decir, el poder en sí mismo es una abstracción, son las personas las que hacen que ese poder se ejecute y para eso necesitan una serie de personas en la sombra, no de fieras que lo lleven a cabo. Esas personas hacen lo que hacen sin que la verdad importe porque para ellos la única verdad es la que el poder les demanda, por lo que ser libre es más difícil que ser esclavo. Ser Soria o ser Besna (la chica del Este) es más difícil que ser Virginia Ortiz o su padre, o quien contrata al sicario, cuando tú decides ser libre cuando tú decides pensar por ti mismo y actuar por ti mismo asumes una responsabilidad, eres responsable de tus actos y eso siempre más difícil que echarle la culpa al sistema.

En definitiva, El tiempo de las fieras nos deja sin respiración desde las primeras páginas, llena de suspense y conducida con maestría, su historia -completada con Nadie en esta tierra-, está admirablemente construida, y se sirve de un lenguaje sencillo, directo, eficaz, y de un cuidado de los personajes secundarios que es la marca del escritor catalán y es lo que le hace ser un escritor más que adictivo. Héroes desengañados que deben hacer frente al terror de un mundo en descomposición.

El tiempo de las fieras // Víctor del Árbol // Destino // 2024 // 21,90 euros

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