Ángel González Abad el 15 may, 2017 Y San Isidro obró el milagro, y estuvo al quite. Como sucede tantas veces con el capotillo de San Fermín en Pamplona, o con el manto de la Virgen del Pilar en Zaragoza, el santo patrón de la capital se tiró al ruedo a cuerpo descubierto para salvar la vida de Paco Ureña. Saltó a la arena el quinto de la quinta corrida del ciclo madrileño, Salinero de nombre, de la ganadería de Montalvo, y en cuanto su matador intentó pararlo, el de Montalvo se lanzó como un obús en busca de su presa, lanzándolo contra las tablas. Se presintió lo peor, y fue un milagro -el quite de San Isidro- que los astifinos pitones del toro no atravesaran a Paco Ureña contra la barrera. Un pitón por la derecha y otro por la izquierda, y el menudo cuerpo de torero murciano en medio. El drama sobrevoló Las Ventas. Pudo pasar cualquier cosa y todo quedó en un fuerte golpe en la rodilla. El quite de San Isidro llegó en su fiesta. Toros Comentarios Ángel González Abad el 15 may, 2017