Ángel González Abad el 22 may, 2016 Paco Ureña pone a todos de acuerdo, pone la pasión, pone los tendidos de Las Ventas boca abajo, y todo porque se pone. Se pone en el sitio que a tantos les cuesta pisar, o que nunca han pisado, y cuando un torero se pone ahí, ocurre que el toro se arranca y en su embestida o el torero le puede o el torero es cogido. El idilio del murciano Paco Ureña con la afición madrileña a algunos puede parecer un capricho más de la cátedra madrileña, pero en realidad únicamente obedece a la entrega del torero, a la verdad con que se pone, y a partir de ahí a su temple, a su mando, a su concepto de un toreo clásico, el toreo de siempre. Los naturales que le cuajó al más que incómodo quinto de la corrida del domingo 22 de mayo solo existían en su cabeza, en su corazón que fue capaz de mandar las órdenes a su muñeca para llevar imantado, a una velocidad de brisa, las hasta entonces brusquedades del de Las Ramblas. Que Ureña, pone. Y mucho, tanto que tiene la Monumental de Las Ventas a sus pies. Y todo porque se pone. Toros Tags MadridPaco UreñaSan Isidrotoros Comentarios Ángel González Abad el 22 may, 2016