Ángel González Abad el 16 may, 2016 Tres toreros con ansia de triunfo, tres chavales dispuestos a dejarse la piel en la primera plaza del mundo. Dos se fueron a la enfermería, y el tercero tuvo que apechar con cuatro de los seis novillos del duro conjunto del Montecillo. Novillada a la antigua, a sangre y fuego, lo que admiró a la cátedra de Las Ventas. Filiberto anduvo con agallas con el primero de los mansos, y tras librarse con aguerrida galanura de las tarascadas, se cortó los tendones cuando estaba a punto de sonar el tercer aviso. Por su parte, el mexicano Luis David Adame se reivindicó con valor y excelentes maneras en una faena épica al tercero, al que arrancó una oreja; y Juan de Castilla no se amilanó -¡quiá!- ante los cuatro que le quedaron para él solito. Cumplió con creces y la oreja que paseó del sexto fue el premio a su actitud de no volver la cara. Su imagen como un guerrero exhausto y triunfante tras la batalla, era como una foto en sepia de un novillero antiguo. Toda la tarde tuvo esa añoranza. Emoción y satisfacción entre los aficionados. Toros Tags FilibertoJuan de CastillaLuis David AdameMadridMontecillonovillosSan Isidrotoros Comentarios Ángel González Abad el 16 may, 2016