Ángel González Abad el 12 may, 2016 Paco Ureña entró definitivamente en la afición madrileña. Entrega y buen toreo fueron sus armas en una tarde más que incómoda, pero se sobrepuso al barro, sobrevoló ante el tercero de El Torero y dijo aquí estoy yo con el excelente sexto. Sensacional por torear con la verdad por delante, por temple, por mando y por inspiración. Y es que si temple y mando hubo en una faena que caló fuerte en los tendidos de Las Ventas, la inspiración llegó en el broche por bajo, en ese ramillete de trincherillas con que cerró a su enemigo para cuadrarlo. Un monumento al mejor toreo, mimo en sus muñecas, sensibilidad para acariciar las embestidas por bajo. Como un pincel, la muleta embarrada dibujó sobre la arena empapada de agua una inolvidable serie de apuntes. Como los que hubieran plasmado Antonio Casero, Roberto Domingo o Pepe Puente. Toros Tags El ToreroLas VentasMadridPaco UreñaSan Isidrotoros Comentarios Ángel González Abad el 12 may, 2016