Ángel González Abad el 18 abr, 2018 Incontestable El Juli con “Orgullito”, que ya está en la dehesa en los primeros días de un feliz futuro ganado a la muerte; impoluto Manzanares. Dos tardes abrileñas de triunfo y gloria. El madrileño con todo su poder, el de Alicante preso de empaque. Y entre los dos, una mano izquierda excepcional. Unos naturales macizos, plenos de poder, de temple, de hondura. En medio de la apoteosis juliana y del acompasado manzanares, uno se queda con Alejandro Talavante. Que en esto de los toros, los sentimientos mandan, o deben mandar. Y aunque no es cuestión de poner peros a nadie, los naturales de Talavante… No debe ser fácil torear como toreó el extremeño tras vivir tan de cerca el tsunami de las cuatro orejas de El Juli, y la entrega sin condiciones de La Maestranza al regusto de Manzanares. Talavante vivió un calvario la tarde de los Garcigrande, totalmente desdibujado y ausente. Por eso, salir al día siguiente inmediatamente después de que Manzanares paseara dos orejas y torear como toreó, más parecía misión imposible que otra cosa. Cuajar a un exigente toro de Cuvillo como lo cuajó al natural Talavante, no es cuestión baladí. Y es que entre tanto triunfo y tanta oda, en la retina me quedan los naturales de Talavante. Tan de verdad, tan impregnados del mejor toreo. ¡Cosas del sentimiento! Otros temasToros Comentarios Ángel González Abad el 18 abr, 2018