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Blogs Entre barreras por Ángel González Abad

El hombre que aprendió a montar a caballo antes que a andar

Rosario Pérez el

Decir don Ángel es decir Ángel Peralta Pineda. El hombre que aprendió a montar a caballo antes que a andar emprendió el vuelo de eterno Centauro en esta frondosa primavera de abril.
Don Ángel fue el verdadero artífice de las corridas del arte del rejoneo, que empezaron a celebrarse —sólo con rejoneadores— en 1969 y cogieron fuerza con el cuarteto llamado «Los cuatro jinetes de la apoteosis (apocalipsis, decían otros)», formado por su hermano Rafael, Álvaro Domecq Romero y José Samuel Lupi.
Genio y figura, suya se la sentencia de la necesidad de fusionar tres voluntades, la del caballo, el hombre y el toro, para lograr la armonía del arte. Lo primero: “Fundir dos en una, formando el centauro”. Y el Centauro de las Marismas lo bautizó el ganadero Antonio Pérez.


Maestro del rejoneo, el Sabio Jinete fue un creador inagotable. Poeta con la pluma y en el ruedo, como en su invención de la suerte de la rosa, contada así por él: “En una corrida en Sevilla, una mujer muy bonita, que se asustó cuando el toro estuvo a punto de cogerme, arrojó una flor para hacerme el quite. Era una rosa que cayó en la arena, entre el toro y yo, una rosa que llevaba clavada en el pecho. Entonces yo me tiré del caballo, até la flor a una banderilla corta y le brindé la suerte: ¡Para que no se asusten en la plaza las hermosas, a los toros, las heridas, se las cubriré de rosas!”.
Pero su carrera no fue solo pura poesía, sus cifras también desvelan su permanencia como mandamás en lo más alto del rejoneo, como mi querido José Luis Suárez-Guanes me contó en una de sus inolvidables conversaciones sobre toros: “Tras una época, en los cincuenta, casi en solitario en su podio, empieza a rivalizar, al comenzar los sesenta, con Alvarito Domecq, pero Ángel sostiene su trono a uñas y dientes. A partir de 1960, queda trece años como el rejoneador que más corridas torea: 54, en 1960 y 1961; 35, en 1965; 61, en 1968; 75, en 1969; 93, en 1970; 125, en 1971; 86, en 1974; 83, en 1975; 93, en 1983; 92, en 1984, y 73, en 1985″.
Admirador de Peralta, me hablaba de su aportación con el par de banderillas a dos manos, de la citada suerte de laflor y “de la aceptación general por el público de la corrida de la especialidad, que había sido una creación del empresario jerezano Pepe Belmonte”. El historiador que más sabía de San Isidro explicaba también que don Ángel fue el primero en participar en la gran feria del mundo. “Fue el 14 de mayo de 1951, junto a los matadores Paco Muñoz, José María Martorell y Chaves Flores. Poco a poco, se asentó su cartel, hasta que se consagra definitivamente en Sevilla, en la Feria de Abril de 1953”.
Entre los datos de la inolvidable memoria: “Ganadero de bravo, con productos de origen Contreras y de Urquijo, lidió por primera vez en Madrid en corrida de toros, para coger antigüedad, el 17 de mayo de 1984, el día de la alternativa de Agapito García «Serranito», con Fermín Murillo y Andrés Vázquez como los otros dos integrantes del cartel”. “¿Quieres que te diga los colores, Charito?” Y vaya si me los dijo, pero, perdónenme, porque mi memoria es como los peces de hielo de Sabina.
Rejoneador espectacular, valiente y creativo; estupendo poeta y brillante autor de letras de sevillanas; caballero en la plaza, en el campo y en la calle, caballero en la vida, siempre, “¡torero, torero y torero!”

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