Rosario Pérez el 04 jul, 2011 Se alzaba el telón de Las Ventas para brindar un futuro de esperanza a la novillería. ¡Menuda oportunidad! Ni el que inventó el toreo enderezaba el camino con la «ilustrísima» ganadería de Zacarías Moreno, divisa barata que no conocía ni el apuntador. Presentación de ida y vuelta, porque no fue mala sino lo siguiente… Era el estreno del certamen de promoción, pero con semejante moruchada, seria por fuera y vacía de casta por dentro, aquello era una ocasión envenenada. Cierto es que en el toro una y una casi nunca son dos y que no se sabe qué juego dará una corrida. Pero no estaría de más traer hierros con garantías, al menos sobre el papel. Y cierto es también que si se quiere ser alguien en la Fiesta hay que arrimarse con el bueno, el regular, el malo e incluso con el zacarías… Y el novillero que verdaderamente demostró su disposición y firmeza fue Víctor Barrio. Tampoco dejaremos al margen el esfuerzo de Luis Miguel Casares al mantenerse en el ruedo con fuerte hemorragia por una cornada de quince centímetros, que se dice pronto pero no es moco de pavo. Juan del Álamo, voluntarioso y con oficio muletero, tuvo que apretar más por momentos. Pero sobre todo debe afilar su espada, que a punto está de sacarse el carnet de matador. Otros temas Comentarios Rosario Pérez el 04 jul, 2011