David Pérez ha perdido su escaño. La debacle electoral que se ha llevado por delante al tripartito le ha costado también el puesto a quien se autoproclamó abanderado de la defensa de la Fiesta en Cataluña.
Los aficionados le creyeron, ilusionó, pero Pérez donde dijo digo dijo Diego, y sus vergüenzas quedaron al aire cuando la dirección de su partido, el PSC, dio libertad de voto a sus diputados en la votación que supuso la abolición de las corridas de toros en la Comunidad catalana. Mientras las corrientes socialistas en contra de los Toros presionaban a Montilla -ese que iba para Califa de Córdoba y al final firmó la vergonzante prohibición-, Pérez seguía con sus cantos de sirena. En una huida hacia adelante hasta planteó un reglamento a la portuguesa e intentó pactar una moratoria dilatada en el tiempo.
Al final Pérez quedó en evidencia, o ya lo estaba dentro de su propio partido. Y llegaron las elecciones, y la dirección socialista le pagó con un menos que discreto puesto 25 por la circunscripción de Barcelona. El PSC sólo ha conseguido 18 y Pérez se ha quedado fuera del Parlament. Ya no es diputado, ya es un aficionado de pie. Ojalá que siga en la lucha.
Toros