Carmen de Carlos el 27 jun, 2014 Hay que reconocerle al Gobierno argentino atributos propios con sello de aguas. Creatividad, imaginación y picaresca se ajustan como un guante a la imaginativa -también ineficaz- política de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su ministro Axel Kicillof. La pareja de “los fondos buitres no cobrarán un dólar”, “no pasarán” y al día siguiente, “queremos pagar al 100 por cien de los acreedores” y “tenemos voluntad de pagar”, ha dado un paso al frente en su laberinto por el cómo pago ahora que no tengo escapatoria. El Gobierno argentino anunció que giró a los bonistas buenos, a los “pichones” que aceptaron los canjes del 2005 y 2010, el cupón de 1.000 millones de dólares que vence el lunes. Ahora, pueden pasar, al menos, dos cosas, que esos depósitos –es de suponer que el Gobierno hizo la transferencia- queden embargados y redirigidos a los fondos de inversión y al pequeño grupo de acreedores que no aceptó la reestructuración y litigó hasta lograr el fallo del juez Thomas Griesa o que lleguen a sus destinatarios originales. En el segundo caso, todo seguiría igual y en el primero, el país entraría a recorrer el camino de la cesación de pagos oficial –la otra la arrastra desde el 2001- que se cumpliría, en rigor, el último día de julio y no el primero. Es decir, todavía tendría tiempo para remendar el roto de su solución imaginativa. Lo curioso es que esta jugada, en el peor de los escenarios, podría beneficiar a Argentina. Para que se entienda, si el giro se intercepta y los “buitres” cobran a costa de que los “pichones” que entraron en el canje no vean este mes un centavo, el Gobierno sortea la llamada cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers). Ésta, obliga a mejorar a todos los acreedores por igual si uno de ellos (los buitres que exigen el pago nominal de los bonos) es mejorado pero al tratarse de un embargo fruto de una orden judicial, y no de un acto voluntario, Argentina tendría coartada y podría ahorrarse miles de millones de dólares. Como todo desafío, tensar la cuerda hasta ese punto, lleva implícito ciertos riesgos. El primero, sería que antes de que termine julio Argentina tendría que pagar “la cuota que le toca a los pichones” y esa, también, los “buitres” podrían, de nuevo, picoteársela. Eso, sin contar de dónde va a sacar el efectivo. Veremos que dice y qué hace Griesa, el juez que ha hecho de la paciencia otro sello de aguas. Política Comentarios Carmen de Carlos el 27 jun, 2014